Se dice que el mayor homenaje a la BBC vino de los nazis el día que, tras un bombardeo, dijeron: hemos silenciado la voz de Inglaterra.
Sin llegar a tanto, leo con estupor las intenciones de Boris Johnson de reducir la programación de la BBC a temas de cultura y documentales, dejando que otros canales no públicos se ocupen de las noticias, que ahora le molestan.
No lograrían los niveles de prestigio y de independencia de esta institución británica de la que se beneficia todo el mundo desde hace décadas. Que sea un periodista quien lo propone es otra muestra de grosería del actual primer ministro, quien debería recordar las palabras de un antecesor suyo, Gladstone: «Odio los conceptos que usted expresa, pero daría mi vida porque pueda expresarlos».