Borrachera de consultas

Ahora no es sólo que el agujero del Jaume I se vaya a arreglar mediante un concurso de ideas. Es que además se va a ornamentar el proceso con dos consultas populares complementarias

19 mayo 2017 23:23 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:28
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Ahora no es sólo que el agujero del Jaume I se vaya a arreglar –el literal, el metafórico aún tardará en arreglarse– mediante un concurso de ideas. Es que además se va a ornamentar el proceso con dos consultas populares complementarias. Lo bien que suena dicho así. El súmmum de la participación ciudadana.

Vaya por delante que de esta borrachera de consulta popular –que espero encuentre acomodo en nuestro orden constitucional– me parece una gran idea el fondo, pero me chirría la forma. Por partes:en primer lugar, estamos llamados a una encuesta previa sobre qué tipo de equipamiento nos gustaría en ese socavón. Teniendo en cuenta lo que arroje la consulta, el tribunal (que formarán políticos y técnicos) redactará las bases del concurso. Y ese mismo tribunal determinará después las cinco ideas finalistas de entre todas las que se hayan presentado.

Y ahí nos volverán a llamar, para que digamos cuál es la opción que más nos gusta. La opinión popular, cito textualmente, «será tenida en consideración en la valoración final». O lo que es lo mismo:que no será vinculante y al final lo definitivo será lo que opinen los altos funcionarios y los políticos que formen el tribunal.

Legal, claro. Y legítimo. No dudo que la voluntad de todos ellos será elegir honestamente el mejor proyecto. Pero me rechina que un proceso tan abierto y popular, que incluye dos consultas ciudadanas y un concurso de ideas, lo acabe rematando la discreción de un tribunal, por muy honesto y experto que sea. Del proceso me gusta el fondo, insisto. Pero no acabo de verle la coherencia. Ni la utilidad práctica.

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