Bronca en el Parlament: de mal en peor

Muy pocos resquicios quedan para la esperanza de encontrar una salida dialogada al grave problema que nos acecha y que no para de agrandarse.

27 septiembre 2019 17:40 | Actualizado a 18 enero 2021 14:02
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El anunciado y temido otoño caliente vivió ayer en el Parlament de Catalunya un lamentable episodio muy poco edificante de cara a recuperar el diálogo que conduzca a una solución para Catalunya. Con la decisión del juez de encarcelar a los siete miembros de los CDR detenidos como telón de fondo, el Parlament de Catalunya aprobó ayer varias propuestas de resolución con una elevada carga de ruptura con el Estado. Una de estas resoluciones, presentada por la CUP y apoyada por JxCat y ERC declara legítima la desobediencia civil e institucional. En concreto dice así: «El Parlament de Catalunya se reafirma (...) en su carácter plenamente soberano, rechazando las imposiciones antidemocráticas de las instituciones del Estado español, y en especial, de sus Tribunal Constitucional y Tribunal Supremo. Como consecuencia, el Parlament de Catalunya afirma la legitimidad de la desobediencia civil e institucional, como instrumentos en defensa de aquellos derechos civiles, políticos y sociales». El PSC, los comunes y el PP han votado en contra, mientras que los diputados de Ciudadanos no han querido votar. El contenido de la resolución supone una ruptura con el orden constitucional establecido. A esta declaración se suma la de instar al Govern a que impulse un «acuerdo nacional para la amnistía, la autodeterminación y los derechos civiles y políticos». Otra propuesta de los tres grupos independentistas reclama que el Parlament se conjure para «liderar una respuesta institucional a la sentencia». El remate final ha venido con la petición de JxCat, ERC y la CUP de que la Guardia Civil se retire de Catalunya con el argumento de que la Benemérita «se ha mostrado abiertamente como una policía de cariz político». La sesión tuvo momentos de gran tensión con el diputado de Ciudadanos Carlos Carrizosa expulsado de la sala y el consiguiente abandono de su grupo parlamentario. En definitiva, muy pocos resquicios quedan para la esperanza de encontrar una salida dialogada al grave problema que nos acecha y que no para de agrandarse.

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