Bufandas para inmigrantes

El peor enemigo de los refugiados es el frío y no hay bufandas para todos

19 mayo 2017 21:27 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:13
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Cuando la hospitalidad cambia de signo empieza a llamarse xenofobia. Son dos formas de acogida. Si las cosas van razonablemente bien no tenemos que repartirlas, pero cuando empiezan a ir irracionalmente mal se agitan las banderas del egoísmo, que por cierto son las únicas que no se exhiben en los balcones, ya que todos las guardamos junto al alma en nuestro armario.

El racismo no depende de la epidermis, sino del dinero. Si volviera Pelé, en Alemania habría colas de aficionados dispuestos a retratarse después de pedirle un autógrafo. Ahora el creciente movimiento racista alemán lo que pide a voz en grito y en mitad de la calle es la deportación masiva de los que vinieron de fuera y comparten lo que ellos construyeron esforzadamente. ‘De fuera vendrá quien de tu casa te echará’, dice uno de nuestros torvos refranes, sólo comparable al que nos previene del error de darle pan a perro ajeno, a fin de no perder las dos cosas, el pan ni el perro. ¿Qué querían los que se mostraron caritativos con el pobre can? ¿Que los hiciera subsecretarios de cualquier ministerio o les dieran enchufe en cualquiera de las elásticas diputaciones?

Miles de personas se han manifestado en Dresde después del atentado xenófobo contra la alcaldesa de Colonia. Pedían deportaciones masivas inmediatas. Una forma de entender el turismo al revés, solo comparable a la que escribió aquel pueblo mexicano que, según Bioy Casares, invitó a los turistas a visitarlo. «Serán bien acogidos. No somos como dicen».

El peor enemigo de la los refugiados es el frío y no hay bufandas para todos. Si el hambre aguza el ingenio, cosa harto dudosa, el frío aumenta el apetito. ¿Dónde pueden ir si Europa les cierra las puertas? En muchos lugares del mundo, que sigue siendo ancho y ajeno, no hay puertas. Así que es necesario llamar para ver si se abren o siguen cerradas.

Por suerte hay muchas personas que se manifiestan a favor de los que llegan. Aunque sean más de los que caben.

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