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A pesar de contar con un público obligado a estar sentado, el Tarragona Music Festival ha vuelto a hacer vibrar el suelo de la antigua plaza de toros de la ciudad. En dos ocasiones he podido corroborarlo y sentir ese «algo» que solo te sabe inyectar la música.
Las palabras que se evocan en un escenario calan. Al igual que también lo hacen los discursos de odio que algunos institucionalizan y otros, que no dejan de ser lo mismo, esparcen. Pero hoy toca hablar de ese mensaje tan positivo que sí necesita calar al 100% en nuestra sociedad.
Las canciones de Pablo López y Nil Moliner no dejan a nadie indiferente. Tropieza, cae y levántate, sin miedo a perder el brillo de tus alas; revienta y explota por las injusticias, sin miedo a romper los esquemas. «Sin miedo».
Ojalá deje de haber motivos para que ese «sin miedo» se vuelva factible. No obstante, en una realidad que supura maldad es casi imposible no tenerlo. Ese pánico a ser por el qué dirán o el qué te harán.
Así que sí, la libertad a ser está siendo coaccionada. Que llegue ya el día en que sin inseguridades todo el mundo pueda llevar a la práctica las letras que recitan junto con una melodía estos cantantes.
Sales de estos eventos con fuerza, ya que se te impregna un aroma de optimismo y vitalidad que parece inquebrantable. Pero es el mismo que con facilidad se esfuma en un santiamén.
