Cantar la derrota

¿Qué hace Pedro Sánchez para no ganar nunca? Eso es aún más difícil que ganar siempre

19 mayo 2017 19:19 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:20
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Hay vencidos victoriosos que siempre desentonan cuando cantan, ya sea victoria o derrota. Tienen poquita voz, pero desagradable. La suficiente para hacerse oír en el estruendoso silencio, poblado de un mar de voces previo a las elecciones. En vano predicó Rudyard Kipling, en un poema célebre, que hay que mirar a la victoria y a la derrota como a dos impostores. La verdad es que sus versos estaban más cerca de un código moral que de la inefable poesía. Todos los incansables luchadores políticos prefieren mirar como impostor el triunfo. La presidenta andaluza, Susana Díaz, lo ha visto clarísimo y ha advertido al recalcitrante Pedro Sánchez de que para ganar hay que ganar al PP. Creo que le ha dado en todo el gusto, ya que la pseudoizquierda del PSOE actual cifra todo el ansiado cambio en machacar a Rajoy o a lo que queda de él. La política es apasionante, pero desgraciadamente a los que más apasiona es a los que viven de ella, con la sola excepción de los que piensan vivir cuando todo cambie.

¿Qué hace Pedro Sánchez para no ganar nunca? Eso es aún más difícil que ganar siempre o por lo menos, tiene idéntico mérito. Admitido por todos eso de que cualquier persona inteligente puede reponerse de un fracaso y cualquier tonto no se repone jamás de un triunfo, hay que confesar que ambas experiencias no le son ajenas a Sánchez. Fue un éxito para él, quizá para su partido, que le eligieran secretario general del PSOE, pero quizá sea un fracaso que lo siga siendo. Su encarnizamiento oral en el debate con Rajoy casi logró lo que era un imposible metafísico: que el agredido don Mariano nos cayera simpático a todos, incluido a los que veíamos a los dos como quien oye llover y está en la cama pensando que mañana será otro día y que siempre que ha llovido ha escampado y sin pensar que siempre que ha escampado ha vuelto a llover. De momento, lo que les urge a todos es ganar para impedir el desplome. Ya se pondrán de acuerdo en el reparto, si el tiempo no lo impide.

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