Caos y paradojas

El escándalo real consiste en que los ciudadanos no estemos siendo vacunados al ritmo prometido
 

10 marzo 2021 11:20 | Actualizado a 10 marzo 2021 11:57
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Fallan las palabras. Sobran las paradojas. Las paradojas, decía Confucio, son un mal programa de gobierno. El mundo desborda de paradojas que se enredan con otras paradojas, formando redes proliferantes que lo hacen aún más incomprensible. Deberíamos rehuir las simplificaciones cuando pensamos en un estado de cosas cada vez más caótico y anodino. Como sabe el CNI, Villarejo es una paradoja andante. Las cloacas limpian y ensucian al mismo tiempo. Por el mismo precio. Nadie escapa a su acción deletérea.

El gatillazo de la operación Illa es otra paradoja. No obtiene el gobierno deseado y favorece la formación de una alianza de poder imposible de controlar en sus pretensiones separatistas. Si trabajara para el CIS de Tezanos, no perdería más tiempo en servir a la apisonadora sanchista y me iría a estudiar a fondo las razones del abstencionismo catalán. En ese treinta por ciento al que le da igual lo que pase allí, reside la clave de su futuro.

Una de las secuelas más graves del caos para la inteligencia es que esta le da la vuelta a todo y piensa al revés. El escándalo no es que las infantas Elena y Cristina aprovechen un viaje a Abu Dabi para vacunarse. El escándalo real consiste en que los ciudadanos no estemos siendo vacunados al ritmo prometido.

En Estados Unidos, mientras tanto, se habla ya de dejar atrás esta pesadilla en abril, con 150 millones de vacunados a finales de marzo. Fiasco espectacular de la UE. Bochorno total. No vale la pena preguntarse por qué no hay bastantes vacunas. Más vale preguntarse cuánto tardaremos en ponernos la vacuna rusa. O la china. Remedio taoísta infalible. Todo se andará.

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