Ciudades vivas y activas o desiertas y sin alma

03 agosto 2020 08:50 | Actualizado a 03 agosto 2020 08:55
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Cerrojos echados, persianas bajadas, carteles de «se alquila» y «en liquidación». Esta ya era una realidad antes de la pandemia en algunas de las más céntricas calles de Tarragona y la situación se ha agravado con el coronavirus.

Pero todos tenemos nuestra parte de responsabilidad para evitar que nuestros núcleos urbanos se sigan desertizando. Empezando por los propios establecimientos.

La Covid-19 ha evidenciado que aquellos comercios y negocios que han potenciado la digitalización y el servicio a domicilio han podido aguantar el tipo mejor que los que no lo han hecho. Siguiendo por los propietarios de los locales.

Hace poco el responsable del servicio técnico y de distribución de una de las principales marcas de productos informáticos en Tarragona me comentaba que a principios de año habían tenido que abandonar el local que ocupaban en una calle muy cercana al Mercat porque les pedían un alquiler inasumible.

Y como no, los consumidores. Hace tiempo que nos regimos únicamente pro el precio sin plantearnos si queremos productos de proximidad, pensados, hechos y vendidos aquí o de fuera, sin preguntarnos si queremos ciudades vivas o sin alma.

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