Podemos no puede

Los dirigentes morados han decidido intensificar su estrategia de tensión ambiental en nuestra ya de por sí caldeada atmósfera parlamentaria

04 junio 2020 08:49 | Actualizado a 04 junio 2020 09:41
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En situaciones de grave amenaza colectiva, una gestión gubernamental medianamente razonable es capaz de multiplicar el sentimiento de adhesión de los ciudadanos respecto de sus líderes.

Éste es el motivo por el que históricamente muchos dirigentes han recurrido de forma recurrente a la figura del enemigo exterior (ya fuese real o ficticio) para así recuperar el favor de sus administrados. Para lograr este clima de cohesión, es posible que dicha amenaza adopte la forma de un adversario extranjero, efectivamente, pero también de una recesión económica global, de un desastre natural… o de una pandemia. Suele bastar con que la población perciba que el gobernante de turno está haciendo lo posible por cuidar de sus conciudadanos para que este milagroso y agradecido fenómeno se produzca.

Las crisis del coronavirus es un buen ejemplo de ello. Tal y como ha publicado recientemente el portal Statista, el actual contexto sanitario ha supuesto un auténtico espaldarazo a la popularidad de numerosos dirigentes internacionales.

Así, por ejemplo, el primer ministro de la India, Narendra Modi, ha visto cómo su índice de aprobación ha aumentado 9 puntos entre mediados de marzo y mediados de mayo. Sin embargo, esta progresión resulta ridícula si la comparamos con la de Angela Merkel o Justin Trudeau, que han visto disparada su popularidad en 30 y 49 puntos respectivamente. Incluso la muy cuestionada gestión de la pandemia por parte de Boris Johnson ha sido premiada con 13 puntos de subida durante estos dos meses.

Cabría esperar que dicha progresión se repitiera también en nuestro entorno, con una repercusión paralela en los pronósticos electorales. Sin embargo, no parece ser así. Acaban de publicarse sendas encuestas sobre los inminentes comicios autonómicos en Euskadi y Galicia, la primera de NC Report y la segunda de Gad3.

Por lo que se refiere a los socialistas, los dos estudios destacan una leve mejoría en ambas convocatorias, pero de intensidad casi imperceptible en el caso vasco y totalmente insuficiente en las elecciones a la Xunta, que volverían a otorgar una avasalladora mayoría absoluta a Alberto Núñez Feijoo. Sin embargo, los pronósticos más llamativos se refieren a Podemos, que colidera la lucha contra la pandemia desde el gobierno estatal de coalición.

En el caso del Parlamento Vasco, el grupo Elkarrekin Podemos pasaría de 11 a 7 diputados, y los 14 escaños de Galicia en Común y En Marea podrían verse reducidos a 3. Es cierto que en unas elecciones autonómicas son muchos los factores territoriales que entran en juego, pero parece evidente que la gestión del Covid-19 está lejos de suponer un baño de popularidad para la formación morada.

Por un lado, son muchos los simpatizantes de este partido que se muestran crecientemente escépticos ante el peculiar liderazgo ejercido por la pareja Iglesias-Montero. En efecto, resulta difícilmente comprensible que un movimiento de raíz prácticamente asamblearia haya terminado convertido en una férrea organización, caracterizada por un mando radicalmente personalista, con tendencia a la purga sistemática de cualquier opinión discordante, y con una cúpula cuya vida personal contrasta llamativamente con las propias arengas que estos mismos personajes lanzaban a sus seguidores justo antes de tocar poder.

Han sido varios los factores que han coadyuvado en el hundimiento de su autoridad moral: un nuevo modelo estatutario que favorece la cronificación de sus liderazgos, el cambio de su política de límites salariales, la ostentación patrimonial de algunos de sus dirigentes, etc.
Por otro lado, últimamente hemos asistido a algunas demostraciones palpables de que el maximalismo ideológico de la izquierda populista frecuentemente termina perjudicando a los propios colectivos que presuntamente trata de proteger. Por poner un ejemplo reciente, recordemos las declaraciones de Janet Sanz, militante de Catalunya en Comú y teniente de alcalde del ayuntamiento de Barcelona, exigiendo poner todos los medios para «evitar que se reactive la industria del automóvil».

Pocas semanas después, Nissan anunciaba el cierre de su planta en Zona Franca, provocando la pérdida de 3.000 puesto de trabajo directos y 20.000 indirectos. Enhorabuena, Janet.

En paralelo al desplome en las encuestas electorales, resulta inocultable que los dirigentes morados han decidido intensificar su estrategia de tensión ambiental en nuestra ya de por sí caldeada atmósfera parlamentaria. Estos últimos días hemos asistido a recurrentes incidentes, tanto en el pleno del Congreso como en la Comisión para la Reconstrucción y el Senado, en los que casualmente siempre ha habido algún representante de Podemos implicado: Pablo Iglesias contra Cayetana Álvarez de Toledo, él mismo contra Iván Espinosa de los Monteros, Enrique Santiago contra Inés Cañizares y Patxi López, Eduardo Fernández Rubiño contra Javier Maroto... Bronca continua.

Es obvio que algunos dirigentes políticos necesitan el exabrupto y la provocación para mantenerse en el candelero, convirtiendo este modelo comunicativo en un elemento consustancial a su marca personal. Sin embargo, Pablo Iglesias se ha destacado en numerosas ocasiones precisamente por lo contrario. Todos recordamos el tono calmado y pedagógico que usó en los debates celebrados durante las últimas campañas electorales, una actitud que le valió el reconocimiento de propios y extraños.

Sin embargo, algo parece haber cambiado desde hace unas semanas. Quizás piense que la causa de su declive electoral sea el bajo perfil mediático que mantuvo hace unos meses, y que el único modo de revertir la situación sea incendiar verbalmente las instituciones. No parece que esta estrategia esté funcionando en Euskadi y Galicia. Sospecho que, en tiempos críticos como los actuales, los ciudadanos están más centrados en el pan que en el circo.

 

Dánel Arzamendi Balerdi. Colaborador de Opinió del ‘Diari’ desde hace más de una década, ha publicado numerosos artículos en diversos medios, colabora como tertuliano en Onda Cero Tarragona, y es autor de la novela ‘A la luz de la noche’.

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