Según Herodoto, los babilonios subastaban anualmente a las muchachas casaderas. Los hombres pujaban siempre por las más bellas. Con el dinero que conseguían de las pujas se constituía una bolsa de fondos con que posteriormente se formaban dotes para que las muchachas menos bellas pudieran encontrar marido.
En el año 1634, una ley del territorio de Maryland (USA) obligaba a las mujeres viudas que habían heredado propiedades de sus maridos a casarse en un plazo máximo de seis años. Si no lo hacían, perdían sus pertenencias, que pasaban al pariente masculino más cercano.
En la Esparta antigua, el adulterio era permitido siempre y cuando la mujer se entregara a un hombre más alto y robusto que su propio marido. Además, la soltería estaba penada con el destierro. Si un espartano no se había casado a los 30 años, perdía el derecho de sufragio y se le prohibía asistir a festejos.
Hasta principios del siglo XX fue vigente en Inglaterra una ley que permitía al marido pegar a su esposa «siempre que no fuera con una vara más ancha que el pulgar del marido».
Francisco Ortiz de Pinedo Mendiluce
(Tarragona)