Cuando Daniel perdió su peluche

La compañía de juguetes Imaginarium está en quiebra, con una deuda de 22 millones de euros. Negocia un ERE para despedir a 119 trabajadores de los 144 que conforman ahora su plantilla y cierra tiendas para dejar dos

23 febrero 2021 09:39 | Actualizado a 23 febrero 2021 09:57
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¡Hola vecinos! Todos los declives empresariales, las quiebras económicas, los derrumbes comerciales son tristes.  Detrás de cada uno de ellos hay muchas historias colectivas e individuales, proyectos, inversiones, ilusiones, sueños, trabajo y recuerdos.

La compañía de juguetes Imaginarium está en quiebra, con una deuda de 22 millones de euros. Negocia un ERE para despedir a 119 trabajadores de los 144 que conforman ahora su plantilla y cierra tiendas para dejar dos: una en Zaragoza y otra en Málaga. En verano solicitó preconcurso de acreedores y ya despidió a 108 empleados, clausurando tiendas no rentables. Las había por toda España, en Portugal y en Méjico. En Imaginarium no saben siquiera si se podrán afrontar los finiquitos e indemnizaciones de los trabajadores que pierden sus puestos.

Era una de las empresas pumas más chachis. Juguetes didácticos, originales, novedosos, con mucha madera, ecológicos, duraderos. Las tiendas Imaginarium gustaban a los niños por su puerta grande con forma de herradura para adultos y, al lado, su puerta bonsái sólo para esos locos bajitos que cantaba Serrat. Siempre que he pasado ante una tienda he sentido un irrefrenable impulso de meterme por la herradurita, a riesgo de partirme el lomo en el intento. Me queda una tienda para intentarlo.

Imaginarium es la antítesis del Niño, deja ya de joder con la pelota. Niño, que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca. Os cuento una historia: hace unos años, Daniela, la hija de una amiga, perdió su peluche preferido mientras iba en carrito impulsado por su mamá. Era un conejo de Imaginarium. Parece que ocurrió en una parada del tranvía.  La desolación de Daniela llevó a su madre a inundar de carteles todas las paradas del tranvía de Pumalandia, en un SOS por recuperar al conejo. Leer el cartel y encogérsete el corazón -si lo tienes- era inevitable. Susana, la mamá, no estaba por comprar a Daniela un peluche nuevo, porque la niña quería el suyo, zarrapastroso y con babas. Un día, Susana recibió una llamada de Imaginarium. Le pedían permiso para ir a su casa. Llegaron dos jefes de la empresa. Contaron a Daniela que su peluche, tras verse perdido, se había presentado en la tienda pidiendo que le hicieran un apaño general de lavado y recosido. El conejo no quería volver con Daniela hecho un andrajo después de haber dado vueltas por la ciudad, durmiendo al raso y viviendo toda suerte de aventuras.  Con ellos venía el peluche ‘de’ Daniela. Y Daniela se lo creyó todo, como nos creemos a los Reyes Magos, al Caga tió o al Ratoncito Pérez.

No fue un gesto publicitario.  Imaginarium jamás utilizó como imagen de marca lo que había hecho. Así eran. Así son.

Ángel Pérez Giménez: Periodista. Exjefe de protocolo del Gobierno de Aragón, exdirector de la Escuela de Protocolo de Aragón.

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