Cuatro horas palote

Yo solo quiero dar poca guerra, palmar sin escándalos, que se pueda cerrar sin esfuerzos la tapa de mi ataúd

16 marzo 2021 08:50 | Actualizado a 16 marzo 2021 09:22
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¡Hola vecinos! Paso alegremente de los sesenta años, hasta el punto de que en junio -si llego- me veré inmerso en los setenta. Constituyo, ya solo por eso, un ente de riesgo ante la Covid. Además, disfruto de un cáncer que no se cura, aunque sí se contiene y, para contenerlo, estoy sometido de por vida a tratamiento de inmunoterapia que te deja las defensas en estado de confusión. Las defensas reciben el encargo de cortar cualquier asomo de tumor maloso, pero del SARS-CoV-2 no tienen ni pajolera idea. Lo mismo se encuentran y se hacen amigos y residentes en el pulmón.

Total: entre que me vacunan o qué, no puedo hablar sin parecer un marciano o el gangoso de los chistes de Arévalo. Babeo como una hiena del Serengeti mirando a un tierno ñú, tengo el cuerpo como un mapamundi y, por si todo eso fuera poco, me rilo por la pata abajo. Un drama personal de incalculables dimensiones para alguien que se ha dedicado al protocolo, al ceremonial y a la etiqueta. Cuando has sido jefe de Protocolo no puedes ir por la vida diciendo: Perdone Su Eminencia, voy a toda leche, que me rilo patas abajo.

Nuevas y muy serias amenazas se ciernen ahora sobre los de mi generación. Un estudio científico publicado por el American Journal of Emergency Medicine asegura que pacientes varones mayores de 60 años ingresados por coronavirus han sufrido erecciones de varias horas. Uno de ellos, en Miami, estaba en UCI bocabajo y, al darle la vuelta, resultó que aquello parecía el palo mayor del buque escuela Juan Sebastián Elcano. Imaginad el estupor general del personal de UCI. Cuatro horas en estado de priapismo salvaje hacen que sea necesario sangrar al inocente sátiro para que no le explote lo que viene siendo la parte más preciada de un hombre muy por encima del cerebro, los clisos o la patata. Bueno, pues no ha sido el único caso en el mundo. Hay más. Y no he escuchado a la ministra de Sanidad, Carolina Darias, ni a Fernando Simón, ni a la OMS, ni siquiera a Isabel Díaz Ayuso, explicar la relación entre pandemia y ponerse uno palote.

Que no puedas respirar es malo. Pero que no puedas respirar y lleves cuatro horas palote porque sí, sin incentivo alguno, me parece el colmo de la mala suerte. No quisiera eso para mí. Si hay que morir, se muere. Pero sin llamar la atención. Calladamente. El cáncer, en eso, es menos retorcido que el SARS-CoV-2.

Desconozco cuándo nos tocará la vacuna (AstraZeneca no, por Diós, que produce trombos; me pido la Sputnik) a los setentones. Pero a ver si es pronto. No estoy para cuatro horas de Torre Eiffel, de tienda de campaña, de obelisco de Luxor. Ni para un cuarto de hora, vaya. Yo solo quiero dar poca guerra, palmar sin escándalos, que se pueda cerrar sin esfuerzos la tapa de mi ataúd.

Ángel Pérez Giménez: Periodista y ex jefe de protocolo del Gobierno de Aragón, exdirector de la Escuela de Protocolo de Aragón.

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