Cuba: ¿doble nacionalidad?

El ciudadano cubano no tiene la potestad para renunciar a su condición, lo decide el Gobierno

19 mayo 2017 18:06 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:13
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A raíz del otorgamiento de la medalla de plata en las Olimpiadas de Río, en la prueba de atletismo de 110 metros vallas, al atleta Orlando Ortega, nacido en la localidad cubana de Artemisa, pero con nacionalidad española, se han publicado afirmaciones cuando menos imprecisas, que conviene corregir.

Aunque la Declaración Universal de Derechos Humanos, en su artículo 15.2, dice: «A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad», el artículo 32 de la vigente Constitución cubana establece: «Los cubanos no podrán ser privados de su ciudadanía, salvo por causas legalmente establecidas. Tampoco podrán ser privados del derecho a cambiar de ésta. No se admitirá la doble ciudadanía. En consecuencia, cuando se adquiera una ciudadanía extranjera, se perderá la cubana. La ley establece el procedimiento a seguir para la formalización de la pérdida de la ciudadanía y las autoridades facultadas para decidirlo».

El último inciso normativo anterior vertebra todo el trasfondo de la cuestión sobre la nacionalidad cubana. En efecto, un cubano por nacimiento que, posteriormente, adquiere por carta de naturaleza la nacionalidad española, queda obligado a la dejación de su ciudadanía cubana de origen y no está amparado por el derecho constitucional, sino por lo que estimen las autoridades de La Habana.

Lo anterior quedó claramente de manifiesto con fecha 15 de octubre de 1996, cuando la entonces directora de Registros y Notarías, licenciada María Isabel Acevedo Isasi, mediante el Dictamen Nacional 14-96, concluyó la petición de un ciudadano cubano, con el aserto: «La inscripción de pérdida de la ciudadanía cubana en virtud de haberse declarado ciudadano español por opción, según el auto de 17 de febrero de 1994, de Eduardo Cerro, Cónsul General de España».

En pocas palabras, el ciudadano cubano no tiene la potestad para renunciar a su condición, sino que es el Gobierno cubano quién decide. En Cuba no existe un tribunal de garantías constitucionales y el dictamen de la directora de Registros y Notarías se preguntaba, sorprendentemente, ¿cómo pretender que decisiones foráneas tengan virtualidad en las relaciones jurídicas de nuestra nación, que tengan efectos extraterritoriales? En este supuesto en base al auto del Cónsul General español.

Según los juristas cubanos, se trata de una batalla perdida. Es el actual régimen cubano quién decide si un cubano debe estar dentro o fuera de Cuba, con lo cual el artículo 15.2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, redactado con claridad meridiana, resulta inaplicable en la isla de Cuba.

Esta es la realidad cubana actual en cuanto a nacionalidad o ciudadanía. Pero al lado de esta dura realidad, hay que destacar el gran interés del cubano por la nacionalidad. Así, cada año en el mes de octubre se convoca en la ciudad de Bayamo, crisol de la nacionalidad cubana, el denominado Evento Teórico Crisol de la Nacionalidad Cubana, organizado por la Casa de la Nacionalidad Cubana. Este año se dedicará al 60.º Aniversario del Desembarco del yate Granma y al 80.º Aniversario de la declaración de Bayamo como Monumento Nacional.

Y la historia pone claramente de manifiesto que, durante más de cuatro siglos, la demarcación de Bayamo ha sido espacio de sucesos que definen el proceso formativo de la nacionalidad cubana. En el año 1868, el bayamés Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo inició la Revolución Cubana al proclamar la independencia y dar libertad a los esclavos en Demajagua. Bayamo a continuación cayó en poder de los revolucionarios cubanos, siendo declarada capital provisional de la Revolución y Pedro Figueredo dio a conocer al pueblo la letra de La Bayamesa, himno patriótico cubano, luego himno nacional.

Siempre en Cuba, la lucha contra fuerzas superiores ha sido una constante del país, cuyas gentes no se han amedrentado y han contado con la inteligencia y la decisión, para no solo combatirlas, sino también para derrotarlas. Que el futuro departa suerte al sacrificado y sufrido pueblo cubano.

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