De Alcàsser a la Manada. La mujer como un objetivo de caza y el espectáculo televisivo

Igual. Han pasado 22 años y una parte de la sociedad sigue negando esta tremenda realidad: la mujer sigue siendo objeto de abusos, maltratos, violaciones y asesinatos por ser mujer y constituir una víctima accesible

01 julio 2019 10:21 | Actualizado a 01 julio 2019 10:26
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He estado viendo la serie original de Netflix Alcàsser y la verdad es que ha sido  un ejercicio interesante.No tanto porque el documental me haya revelado aspectos desconocidos del suceso (no buscaba ese contenido en el mismo) sino por el sano ejercicio de memoria que ha supuesto para mí ver y analizar el extraordinario circo mediático en el que las televisiones convirtieron el dolor de tres familias (víctimas) y el afán de lucro de otra (verdugos).

En una década en la que el país había consolidado internacionalmente su imagen como sociedad moderna a través de grandes acontecimientos como la Expo o los Juegos Olímpicos de Barcelona, la televisión dio la nota más negra, triste y antigua. Un medio que estaba desperezándose tras el nacimiento de las televisiones privadas y que no pudo evitar lanzarse de la peor manera a cubrir una tragedia a la que convirtió en espectáculo en el que varios géneros se mezclaban sin el menor sonrojo.

Viendo especialmente la segunda parte del programa (son cuatro capítulos) hemos refrescado cómo dos televisiones privadas se enzarzaron en una lucha sin cuartel para sacarle más jugo comercial a la terrible historia que se estaba desvelando a cuentagotas y ante millones de espectadores.

Carreras detrás de los protagonistas, luz y foco a teorías conspiranoicas, cantidades exorbitantes de dinero pagadas a cambio de exclusivas (muchas de ellas vacías y falsas) y mucho morbo en los platós fueron la fórmula perfecta para crear un relato que visto entonces ya fue escandaloso pero ahora con la perspectiva del tiempo aún es peor.

De todo el contenido hay dos momentos en los que te pones malo y le das a la pausa: la llegada de algunos familiares al pueblo cuando aparecen los cuerpos tras buscar a sus hijas con vida en otros países … retratado sobre una especie de improvisado plató velatorio donde Nieves Herrero los interrogó sin compasión por sus sentimientos y sus pensamientos (qué padre, madre, hermana o abuelo podía pensar con lucidez en ese momento?) hasta el plató del Mississipi donde Pepe Navarro sentaba a los familiares del acusado principal (Antonio Anglés) cuyo estado mental era más que discutible y que hacían bromas sobre pasajes del sumario ante las risas (sí… las risas) del público.

Más allá de este nauseabundo «momento televisivo», Navarro llegó a manejarlos como un colaborador más de su late show y no escatimó dinero para más tarde tener como fijos al padre de una de las niñas Fernando García  que junto a un supuesto investigador y criminólogo, Juan Ignacio Blanco, esparcieron basura diariamente durante muchos meses sembrando de dudas la acción policial y por supuesto de la calidad de la justicia.

Desde entonces la televisión ha cambiado pero ese poso que dejaron Navarro y Herrero lo he vislumbrado en algunos casos notorios como el de Diana Quer, el niño Gabriel Cruz, Marta del Castillo o en otro registro en el seguimiento del caso de La Manada donde se dio tiempo de televisión a detectives que seguían a la víctima para intentar desprestigiarla. Es decir, que aparentemente el medio ha moderado su discurso pero sigue atento y lo que es peor abierto a cualquier tragedia a la que se le pueda explotar.

Otra reflexión que se desprende del visionado de Alcàsser es que tanto en ese caso como en el de la joven violada en los San Fermines por cinco energúmenos hay un denominador común: la consideración de la mujer como un objetivo de caza.Han pasado veintidós años y una parte de la sociedad sigue negando esta tremenda realidad: la mujer siguen siendo objeto de abusos, maltratos, violaciones y asesinatos por el hecho de ser mujer y constituir una víctima accesible.

Paso atrás

Tras Alcàsser se tardó más de cinco años en clasificar este tipo de agresiones como violencia de género y comenzar una cuenta que sigue sumando víctimas año tras año. Y cuando habíamos alcanzado un mínimo consenso sobre la gravedad de todo esto, llega un sector de la sociedad representado en las urnas por Vox y comienza estos días -incorporándose a posiciones institucionales con poder- a intentar desmontar todos los avances que se han hecho en esta larga trayectoria para denunciar la violencia machista.

Apoyados por las otras derechas (Ciudadanos y PP) ahí andan, tan orgullosos de ser como son y tan irresponsables como para verter opiniones tras la sentencia del Supremo que ha venido afortunadamente a corregir los escandalosos fallos judiciales tan benévolos con los agresores.

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