Deconstrucción política

Cuando peleamos  contra los recortes  defendemos que  crezca el gasto público

22 mayo 2017 10:48 | Actualizado a 22 mayo 2017 10:51
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Una manera fina de decirlo, al modo de la innovación gastronómica de Ferran Adrià: destruir lo de siempre para hacerlo más apetecible y, también, más costoso.

No era lo que pretendía el filósofo francés Jacques Derrida cuando inventó el método analítico-lingüístico, pero qué más da: lo que ahora se lleva es esa palabreja de deconstrucción, que suena menos brutal que decir a secas derribo, demolición, destrucción… sin ofrecer ninguna alternativa a cambio.

Es lo que sucede en la política cuando se habla de luchar contra la corrupción, los recortes, el desempleo, la desigualdad… sin que sus voceadores presenten realmente ninguna disyuntiva, sin que expliquen el procedimiento para lograrlo ni de dónde saldrán los recursos que se requerirán.

Puestos a destruir, lo hemos hecho hasta con el lenguaje: cuando hablamos contra la reforma laboral, nos contentamos solamente con hacer una contrarreforma; cuando peleamos contra los recortes, defendemos de hecho un costoso aumento del gasto público, cuando amparamos nuevos derechos sociales pedimos en el fondo que haya más impuestos…

Hasta el noble concepto de derechos humanos ha sido retorcido y hasta pervertido muchas veces para acoger bajo su denominación a pequeños y múltiples fraudes cotidianos. Pongo para ello el ejemplo de una película croata que acabo de ver. En ella, unos inspectores investigan qué viudas de guerra continúan cobrando pensión de viudedad tras años de estar conviviendo con nuevas parejas.

La tesis de esas mujeres (y también la del director del filme) es que el Gobierno pretende robarles su pensión, en vez de reconocer honestamente que son ellas las que se están apropiando inicuamente del dinero de todos los contribuyentes.

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