Desconcierto en el mercado del automóvil

03 septiembre 2019 18:10 | Actualizado a 03 septiembre 2019 18:50
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Se veía venir. La desaceleración del mercado de coches no sólo no se ha detenido durante el verano, unas fechas siempre buenas para la venta de vehículos, sino que han experimentado una caída importante. Por primera vez en siete años, las matriculaciones de turismos y todo terrenos han bajado y lo han hecho a un ritmo del 11%, en relación con el mismo mes del 2018. En el conjunto de los siete primeros meses del año, las ventas de vehículos suman 809.159 unidades, con un descenso del 6,5%, un dato mucho peor al último pronóstico de la asociación de fabricantes Anca, que preveía un descenso de entre el 2% y el 3% en el conjunto del ejercicio. El mercado del automóvil acumula ya once meses consecutivos a la baja, mientras siguen llegando señales negativas para el sector tanto dentro como fuera de España. Inquieta de forma especial al sector la prolongada caída de las ventas de coches para usos de particulares, las que son más rentables y las que indican el real el estado del mercado. Bajan un 13% en julio y un 12,5% en los siete primeros meses, según los datos facilitados por Anca (fabricantes), Faconauto (concesionarios) y Ganvam (vendedores). Ante la gravedad de los datos, estas asociaciones han insistido en la necesidad de poner en marcha un plan urgente para estimular las ventas. Cabe preguntarse, no obstante cuáles han sido las causas de esta imprevista recesión. Si bien es cierto que la economía española ha entrado en una fase de cierta ralentización, las patronales del sector no ven suficientes motivos macroeconómicos para explicar esta caída y la atribuyen a la confusión del consumidor sobre las futuras regulaciones medioambientales. Ciertamente la estigmatización de los diesel, el confusionismo sobre la eficacia de los eléctricos, todavía cargados de incógnitas sobre su capacidad de autonomía y, en definitiva el desconcierto generado en el consumidor ha provocado que mucha gente haya decidido quedarse a la espera de que se clarifique la normativa antes de realizar un gasto sumamente descorazonador.

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