Dictaduras sin cultura

27 noviembre 2021 17:50 | Actualizado a 27 noviembre 2021 18:10
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Los dictadores, más allá de la ideología en que fundamenten su poder, no son amigos de la cultura. Nunca lo han sido y me temo que nunca lo serán. Posiblemente, porque un pueblo culto es más difícil que se deje pisotear por la bota de un tirano.

Quizá sea esta animadversión por la cultura lo que explique algo tan drástico como la sentencia a pena de muerte que ha recibido un hombre en Corea del Norte por distribuir entre unos estudiantes Cds y pendrives con copias de la serie El juego del calamar, que ha triunfado en todo el mundo –excepto en Corea del Norte, por razones obvias–.

Además, el estudiante que adquirió la copia ha sido sentenciado a cadena perpetua, mientras que otros seis jóvenes que vieron la serie en la escuela han sido condenados a cinco años de trabajos forzados, y profesores y administradores del centro escolar han sido despedidos y se enfrentan a un destierro para trabajar en minas remotas, según afirma la emisora Radio Free Asia.

Pero no se crean que el castigo es por una norma contra la piratería y para defender el derecho de autor; no, en Corea del Norte rige la Ley para la Eliminación de Pensamiento y Cultura Reaccionaria, que prohíbe ver contenido de países capitalistas como Estados Unidos y Corea del Sur y que deja claro que el responsable de la muestra o distribución de este tipo de contenido será sentenciado a muerte. No sé si Kim Jong-un ha visto o no El juego del calamar; si lo hubiera hecho sabría que no se trata precisamente de una oda al capitalismo. Pero, en fin, se trata de cultura, un terrible enemigo de los dictadores.

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