Dimisión y altruismo

Deberían, los investigadores y sobre todo las empresas farmacéuticas, haber sido más altruistas, más socialmente correctas y haber donado las patentes a la sociedad, a la humanidad, que esta, ya hubiera sabido reconocer a su debido tiempo

19 enero 2021 09:10 | Actualizado a 19 enero 2021 10:03
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Anteayer domingo aparecieron en el Diari dos excelentes escritos firmados por dos habituales colaboradores que tienen muy buena pluma o mejor dicho, para modernizarnos, buen procesador de textos. El primero llevaba por título «Por ser vos quien sois» y lo firmaba Dánel Arzamendi, el segundo «Las patentes de invención de la vacuna de la Covid» de José-Daniel Vila Robert. Los habituales lectores de Diari los deben tener muy en cuenta y tienen que ser unos seguidores incondicionales de sus escritos, ya que son de obligada lectura por la claridad y la riqueza de conocimientos que nos trasmiten.

A resultas de sus lecturas, mi estado anímico reaccionó enviando al chat electrónico que tenemos los tribunos, unas puntuales palabras. Al primero le resumí su escrito con una palabra, «dimisión» y al segundo con otra «altruismo». A colación llegaron diversas respuestas que no vienen al caso. Intentaré explicar en las siguientes líneas mi breve respuesta y espero les sirva de reflexión, aunque preferiría fuera de convicción.

El verbo dimitir no existe en este país de pacotilla. Digo «pacotilla» por no emplear otro vocablo que suelo usar. Es un país maravilloso, con una ciudadanía, en general, excepcional, pero algo no funciona cómo debería ser en un país plural y democrático. Todo pensante bien sabe de qué adolecemos, no hace falta decir más. Yendo al grano de mi primera palabra, decir que no pretendo posicionarme ante los hechos de una persona apabullada por la situación y las circunstancias. Aunque desempeñe un cargo local, es lógico que prime la supervivencia que le puede dar una vacuna, a la responsabilidad y consecuencias que le pueden acarrear el hecho de inyectarse 0,5 ml de un líquido sobrante que ya veremos los efectos que va a producir y sin olvidar que son necesarias otras varias introducciones intramusculares periódicas para conseguir una inmunización efectiva. La culpa de este gesto no la tiene este ciudadano, la culpa la tenemos que atribuir a los gestores de la programación de este desastre de vacunación programada de Cataluña. Si pido la dimisión, no es de un asustado ciudadano, bien sea edil o alcalde que no ha sido informado correctamente, pido la dimisión del responsable de este desorden, un tal Argimon y su superior una tal Vergés, que no han sabido estar al nivel adecuado y no han sabido explicar, exponer y organizar de una manera científica y razonable una vacunación poblacional que estaba cantada desde hace meses. Un cero en programación y no quiero entrar en la protección a sanitarios y otras profesiones necesarias contra la pandemia (fuerzas del orden, sector de limpieza, sector de alimentación, etc). Todos esos que recibieron los aplausos a las ocho de la tarde durante un largo tiempo y que aún siguen peleando con las mismas fuerzas y en condiciones no mucho mejores contra esta pandemia del carajo y muchos de ellos sin poderse haber vacunado y en consecuencia (lo que dicen las farmacéuticas y expertos) disfrutar de defensas contra el virus.

Al segundo firmante le mandé la palabra «altruismo» en referencia a que muchos científicos y mucha industria farmacéutica se han volcado en desarrollar una vacuna (o varias) que nos va a proteger del famoso virus SARS-CoV-2 productor de la Covid-19. Si lo han hecho, no creo que sea de forma desinteresada, más bien por lo han hecho por los elevadísimos ingresos que podrían conseguir e inclusive posibles premios científicos (puede que hasta el Nobel) que pueden llegar a recaer en las personas dedicadas a esta investigación.

Me parece bien y mal ya que ante una pandemia que a día de hoy se ha llevado a la tumba a más de dos millones de personas, ha dejado lisiados a muchos millones más, con cifras de escándalo de infectados oficiales y una cifra mucho más alta de los oficiosos, con tantas consecuencias sociales, económicas y de toda índole que se han producido y lo que nos queda por ver, sigan pensando más en lo material que en lo espiritual. Basta recordar las cláusulas que han puesto a la Comunidad Europea, que si quieren vacunas luego no reclamen posibles efectos adversos, mucha opacidad y oscurantismo por parte de estas empresas comerciales. Deberían, los investigadores y sobre todo las empresas farmacéuticas, haber sido más altruistas, más socialmente correctas y haber donado las patentes a la sociedad, a la humanidad, que esta, ya hubiera sabido reconocer y recompensar a su debido tiempo.

Espero y deseo, que esta breve explicación haya sido lo suficientemente docente para poner sobre el tapete un tema que a todos nos tiene angustiados. Todos debemos posicionarnos y tener las ideas claras. Por esto y muchas cosas más, por las que no salgo de mi asombro, sigo con mi lucha personal de poner el dedo en la llaga y a quién no le parezca indicado, es que o bien debería presentar su dimisión o bien carece de altruismo y conciencia social. Yo ahí lo dejo, y piensen que podría haber sido más beligerante y/o más torero.

Emilio Mayayo: Catedrático de Patología en la URV. Doctor en Medicina por la Universitat de Barcelona (1987). Exjefe de la Sección de Patología del Hospital Joan XXIII de Tarragona. Coordinador de la sección de Patología Infecciosa de la Sociedad Española de Anatomía Patológica (SEAP). Exvicepresidente de la Acadèmia de Ciències Mèdiques de Tarragona.

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