Diversidad, inclusión e igualdad en el mundo de la empresa: retos y perspectivas de cambio

Alba Campos, directora del Campus de Postgrado de ESIC en Barcelona

12 julio 2019 09:00 | Actualizado a 12 julio 2019 17:15
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Cuando hablamos en términos de diversidad, inclusión e igualdad en la empresa, hablamos de cambio y de responsabilidad. De cambio en términos profundos.

No obstante, la empresa es quizás el último entorno en el que deben reflejarse todas estas transformaciones, dado que las organizaciones económicas son una de las formas (la más importante) en las que se organiza la sociedad en última instancia. Se podría decir, por tanto, que la empresa es el crisol donde se funden y solidifican el pensamiento y comportamiento aprendidos años atrás, desde edades tempranas. Por ello, cuanto antes empecemos a trabajar por la diversidad, la inclusión y la igualdad, mayores perspectivas de éxito tendremos en las empresas del mañana.

El primer fundamento es asumir una co-responsabilidad junto con las familias, los educadores de primaria y secundaria y los profesores de ámbito pre-universitario y universitario. Los docentes que imparten formación de postgrado, junto con los directivos con poder en la gestión del capital humano de una empresa son, mayormente, garantes y continuadores de esta responsabilidad. Este compromiso compartido es necesario cuando lo que se busca es realizar cambios profundos en el pensamiento, el lenguaje y el comportamiento de los futuros profesionales.

En las aulas, todos los profesionales de la educación tenemos la gran ventaja de trabajar dentro de un microcosmos en el que es más fácil implantar y fomentar prácticas en beneficio de este objetivo.

Tanto los docentes como el equipo de administración y gestión deben ejercer un liderazgo responsable en este sentido, aterrizando los conceptos en sus respectivas áreas de competencia. Por ejemplo, hemos de procurar, en la medida de lo posible, conformar grupos en los que se evite cualquier tipo de segregación o discriminación, ya sea por sexo, por edad, por capacidades o, incluso, por pertenecer a estratos sociales, culturas, razas o religiones diferentes.

Las clases plurales son el caldo de cultivo perfecto para la integración de aprendizajes inclusivos, diversos e igualitarios que no solo deben quedarse en la superficie, sino que deben ejercerse proactivamente: solo cuando hay verdadera pluralidad se cumple una adecuación completa entre pensamiento, lenguaje y acción. En otras palabras, la convivencia en la diversidad, la inclusión y la igualdad es fundamental para el éxito de nuestro propósito, porque la clave de ello está en la íntima unión entre teoría y praxis, y el lenguaje como elemento conector entre ambos.  

Otro aspecto tremendamente ventajoso de las aulas es la posibilidad de promover las llamadas soft skills, muy en boga actualmente en el ámbito de los recursos humanos. El mercado cada vez es más consciente de que necesita profesionales capaces de interactuar en entornos cambiantes y globalizados, donde las habilidades de comunicarse con personas en distintas partes del mundo, de ser creativos y de adaptarse a los cambios (y aprovecharlos) son el summum que define al profesional preparado para afrontar los nuevos desafíos empresariales.

Así pues, las instituciones educativas se han dado cuenta de que deben trabajar más en las competencias no cognitivas, es decir, las vinculadas a los aspectos interpersonales. Se ha intercambiado, pues, el modelo individualista y competitivo por un modelo basado en el aprendizaje cooperativo, en un claro reflejo de los entornos laborales catalogados como los más funcionales y económicamente rentables. Se ponen en valor conceptos como ‘trabajo en equipo’, ‘inteligencias múltiples’, ‘transversalidad de roles’, etc., y es fácil ver como todo ello desencadena en actitudes que benefician la diversidad, la inclusión y la igualdad en las aulas.

En definitiva, un camino seguro para garantizar los mejores entornos empresariales en términos de inclusión, diversidad e igualdad es trabajar en ello desde las aulas. No es de extrañar que el mejor reflejo de lo que serán las empresas del mañana nos lo proporcionan las aulas de colegios, institutos, universidades y escuelas de negocios. Como espejos de nuestra sociedad, no solo nos proporcionan información valiosa para detectar lo que no funciona. También nos ofrecen entornos propicios para iniciar esta transformación positiva desde las mismas raíces. 

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