Donde ponemos el foco, también ponemos nuestras ilusiones

Terapia gratis. Lo comenté con una colega psicóloga y acudió en mi auxilio con una palabra en inglés a tiempo: ‘¡No te preocupes: es normal! Eso que estás haciendo nosotros lo llamamos ‘mindfulness’ ocupacional’

10 mayo 2018 11:44 | Actualizado a 10 mayo 2018 11:52
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Yo no sé a ustedes, pero a mí me gusta barrer. Me relaja ir agrupando lo barrido en equilibrados y simétricos montoncitos para juntarlos después en otro más grande y otro y otro hasta llegar al definitivo.

Voy pasando la escoba sin pensar mucho, pero sin perder el ritmo. Me molesta tener que agacharme a recoger los borreguitos de pelusa, que se adhieren con determinación al cepillo, justo en los rodapiés del comedor, pero, cuando los tengo todos reunidos, me siento buen pastor sin salir de mi pasillo. Después vuelvo a gozar metiendo el montón definitivo en el recogedor.

Cierro el cubo de la basura con la íntima satisfacción del deber cumplido y entonces, los humanos somos así, empiezo a sentirme culpable: ¿Tan triste es mi vida que me lo paso bien usando la escoba? ¿No tengo mejor amigo que un recogedor para entretener las tardes de fiesta? ¿Me estoy volviendo asocial? ¿Acabaré siendo un peligro?

He intentado librarme del vicio y leer la lista de libros pendientes para las clases en la Universitat Rovira i Virgili (URV), pero he acabado abonándome a Netflix para relajarme viendo series.

Y llevaba unas jornadas días de virtud quedándome dormido, como todo el mundo, frente a la tele cuando se me cayó un vaso el otro día preparando la cena y me alegré secretamente de tener que sacar la escoba. Disfruté juntando los pedacitos de vidrio en el centro de la cocina con tal morbosa delectación que se me enfrío la tortilla. Y tuve que afrontarlo, amigos: soy un barre adicto. 

Lo comenté con una colega psicóloga y acudió en mi auxilio con una palabra en inglés a tiempo: «¡Hombre, Luis, no te preocupes: es normal! Eso que estás haciendo nosotros lo llamamos mindfulness ocupacional».

Me sentí mejor. Yo creía que sólo estaba barriendo, pero resulta que aprendo inglés y que me ahorro un pastón en terapia. Menos acomplejado ya, lo comento con Joan, profesor de alemán, traductor de Kafka al español y tarragoní fidel, aunque no de origen, porque nadie es perfecto.

Me cuenta cómo se relaja no cocinando -eso ahora estresa por culpa del Masterchef-, sino fregando los platos. De hecho, se niega a comprarse un fregaplatos. Tiene una cocina con ventanal delante del Francolí y goza entre estropajos al verlo este año que baja tan crecido, al fin, como un río de verdad.

Entonces, cuando ya salía del túnel de mi adicción, cometo un error y le comento la jugada a otro colega que fue diputado en la última legislatura. Y empieza a anunciarme qué pasará. 

‘Focusing’ ilusión

Le hablo de la focusing ilusión (también me he vuelto adicto a darme pisto con las palabritas en inglés), la ilusión del foco. Ese sesgo perceptivo que hace que un anuncio nos haga creer que, con solo comprar un champú, encontraremos una novia joven, guapa y rica con quien compartiremos un penthouse en el Balcón del Mediterráneo.

Donde ponemos el foco, también ponemos nuestras ilusiones. Y él sigue enfocado: me explica que cree que va a haber elecciones de nuevo en Catalunya, porque la CUP no querrá votar al próximo candidato, lo que hará imprescindible, para obtener la mayoría independentista, que Toni Comín y Carles Puigdemont entreguen su acta de diputado, cosa que Puigdemont no hará jamás. Así que, concluye, volveremos a votar en el mes de julio.

Le digo que tomo nota y le noto más tranquilo al colgar tras haberse chutado su dosis de política. 

Él también me ha dicho que le sorprende verme tan calmado, pese a todo, y he sonreído, porque no ha visto que tenía puesto el manos libres mientras hablaba y yo pasaba con mimo la fregona por los bordes más sucios del pasillo.
 

Periodista Lluís Amiguet es autor y cocreador de ‘La Contra’ de La Vanguardia desde que se creó, en enero de 1998. Comenzó a ejercer como periodista en el Diari y en Ser Tarragona.

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