Educación y adoctrinamiento

20 noviembre 2020 09:50 | Actualizado a 12 diciembre 2020 21:53
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Hay que reconocer que la historia de España en cuanto a la educación, es un fiel reflejo del poema de Antonio Machado cuando escribió:

«Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza. Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.»

No hay manera de que en España seamos capaces de llegar a un acuerdo esencial con la educación; desde la ley Moyano impulsada en 1857 por el gobierno progresista de mediados del siglo XIX, hemos ido derrumbando una sí y otra también cada una de las leyes generales de educación que hemos desarrollado, todas han conllevado una excesiva intencionalidad adoctrinadora.

Aunque haya que aceptar que axiológicamente toda educación conlleva una componente de adoctrinamiento, se puede educar, enseñar, aprender sin dar opiniones personales taxativas, dogmáticas y exclusivas, ya que se debe y se puede mostrar los diferentes criterios, puntos de vista ante un mismo hecho, para que el educando tenga acceso a diversos puntos de vista y logre crear su propio criterio y desarrollar planteamientos distintos al del educador.

Los que fuimos educados en los tiempos de Franco, sabemos muy bien lo que queremos decir, lo que extraña en sobre manera que, después de más de 40 años de democracia las fuerzas políticas hayan sido incapaces de ponerse de acuerdo en una Ley General de Educación y hayamos generado ocho leyes, que una tras otras y alguna de ella, no ha llegado ni a implementarse, por estar recurrida ante el Tribunal Constitucional; da la impresión que la llamada ley Celaá lleva el mismo camino, por más que se empecine el gobierno en sacarla adelante, en contra de casi todo los estamentos concernidos por y en ella.

Es difícil de entender, que para sacar los Presupuestos económicos de la nación, haya que pactar situaciones de tipo educativo, que objetivamente miradas, no aportan nada a los presupuestos y que de hecho, dada la realidad educativa en Catalunya ya se están aplicando. No hay más que leer los libros de varios historiadores, educadores y pedagogos, entre ellos los del historiador Pedro Antonio Heras Caballero y tendrán una inmenso rosario de cómo se educa en la realidad catalana, por el desafuero de las autoridades catalanas que desde hace tiempo, han decido hacer mangas y capirotes del sistema constitucional que nos dimos todos los españoles, ignorando realidades tan objetivas como las reglas de juego que fueron aprobadas también por los catalanes en el referéndum, por el 90% de su población. Son las reglas y si deseamos cambiarlas hagámoslo con ellas, y no solo violándolas y afirmando «lo volveremos hacer».

Para nadie es un secreto y lo han afirmado ampliamente los politólogos, filósofos, que los sentimientos son esenciales en la conformación de la identidad personal, el quid de la cuestión es qué sentimientos tenemos todos, y según las reglas del juego, todos somos iguales ante la ley.

Si Franco la pifió imponiendo el español o castellano a todo quisque la solución no es imponer ahora el catalán, o el gallego o el vasco, y si me apuran el aragonés, o el occitano, el cheso o cualquier otro idioma comarcal, en un mundo globalizado, es más que evidente que hay idiomas que se pueden usar como koiné de relación, sea el inglés, o en nuestro caso el español. Los de mi generación tuvimos en el bachillerato el francés, no el inglés, pues para aquel entonces, ese era idioma dominante. Después se ha cambiado al inglés, pero es obvio que en relación al español, es un idioma en alza y no hay más que mirar los índices de su aumento como señalan los especialistas en sus encuestas.

Cabe preguntarse, si es lógico desterrar el español de la educación catalana solo porque en un momento de nuestra historia un gobernante metió la pata hasta el corvejón, imponiéndolo y atentando a los derechos humanos más elementales.

Es lógico que porque un político, o dos o todo un gobierno se empecine en querer seguir sentado en el sillón ceda a cuestiones que afectan a todos y que no corresponden en absoluto con la realidad sociológica del país, pues guste o no, la realidad es que el español o castellano es el idioma más hablado en Catalunya y que por mor de un planteamiento político, haya que tragar carros y carretas, no es mucho más lógico hacer como ocurre en muchísimas familias catalanas, que cada miembro de la familia se relaciona con el idioma que desea, bien el materno o paterno sin ninguna tensión ni ningún resquemor.

Por qué no se recupera la ley educativa de Marta Mata, del 50% en el ámbito escolar o lo que señaló en ella: un modelo de conjunción lingüística, donde se defendía acertadamente que el catalán estuviera primado en la escuela para potenciar su normalización social, pero sin excluir al castellano como lengua de aprendizaje, a otro de inequívoca voluntad monolingüe, que arrincona el castellano.

Merece la pena que seguimos enfrentados y tensos cada día por la pifia de un dictador, hace 84 años y luego 40 de su gobierno. No es mucho más lógico seguir el sentido común de la realidad objetiva de la sociedad catalana en donde hay inmensidad de familias que hablan los dos idiomas sin ninguna tensión y ello es un inmenso recurso intelectual y si se puede luego se aprende otro más, inglés, francés, alemán o el esperanto, que Zamenhof, soñó como koiné universal.

Luis Fernando Valero: Doctor en Ciencias de la Educación. Profesor de la Universitat Rovira i Virgili jubilado. Fue docente en varias universidades de Iberoamérica y director de la proyección social de la Unversidad Centroamericana José Simeón Cañas (El Salvador).

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