En 1929 un italiano llegó a Argentina y se empleó en los ferrocarriles. Un día conoció a una chica en una misa en un barrio porteño y se casaron. Tuvieron cinco hijos; el mayor, años después, hizo el viaje de regreso: dejó Argentina para vivir en Italia. No fue una decisión muy pensada: es que salió elegido Papa.
El viernes se cumplieron dos años de la elección de Bergoglio, que tomó el nombre de Francisco al convertirse en el 266 sucesor de Pedro. Para cubrir su elección se habían acreditado 5.600 periodistas. En vísperas del conclave, el «Corriere della Sera» publicó la última encuesta: el nuevo Papa sería uno de estos tres: el norteamericano O’Malley, el brasileño Scherer o el italiano Scola, sin descartar del todo al filipino Tagle.
Si la sorpresa fue notable, no lo han sido menos sus palabras y gestos. Es magnífico que sea tan querido. Hoy no hay personalidad en el mundo más admirada.
En 1929 un italiano llegó a Argentina y se empleó en los ferrocarriles. Un día conoció a una chica en una misa en un barrio porteño y se casaron. Tuvieron cinco hijos; el mayor, años después, hizo el viaje de regreso: dejó Argentina para vivir en Italia. No fue una decisión muy pensada: es que salió elegido Papa.
El viernes se cumplieron dos años de la elección de Bergoglio, que tomó el nombre de Francisco al convertirse en el 266 sucesor de Pedro. Para cubrir su elección se habían acreditado 5.600 periodistas. En vísperas del conclave, el «Corriere della Sera» publicó la última encuesta: el nuevo Papa sería uno de estos tres: el norteamericano O’Malley, el brasileño Scherer o el italiano Scola, sin descartar del todo al filipino Tagle.
Si la sorpresa fue notable, no lo han sido menos sus palabras y gestos. Es magnífico que sea tan querido. Hoy no hay personalidad en el mundo más admirada.