El alfabeto griego

10 diciembre 2021 12:10 | Actualizado a 10 diciembre 2021 12:17
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Entre las pocas cosas positivas que nos ha traído esta cruel pandemia que no acaba de dejarnos en paz se halla la posibilidad de reencontrarnos con el alfabeto griego, gracias a la aparición de nuevas variantes del virus. Si la primera fue la alfa, vista por primera vez en el Reino Unido el 18 de diciembre de 2020, pr

ácticamente a la vez que surgía la beta en Sudáfrica, hace apenas unos días conocimos a la última –por ahora, que nunca se sabe–, la ómicron. En medio hemos tenido la gamma, que asomó en Brasil el 11 de enero de este año, y la famosa delta, detectada en India en mayo. La elección del alfabeto griego para designar las nuevas cepas del coronavirus obedece a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) quiso que tuvieran un nombre fácil de entender para los que no somos científicos –para ellos son una secuencia de letras y números ininteligibles e imposibles de recordar para el resto de los mortales– y, además, que no sirvieran para estigmatizar a ningún país.

Y es este motivo de evitar relacionar a un lugar o a una persona con los virus por lo que antes de llegar a ómicron la OMS decidió saltarse a nu, por su parecido con nuevo, en inglés, y xi, porque es un apellido muy común –el mismísimo presidente de China se llama Xi Jimping–. Aunque lo realmente deseable es que no tengamos que llegar hasta omega, la vigesimocuarta y última letra griega, pues eso significaría que la pandemia seguirá un buen tiempo entre nosotros. Y es que ni siquiera queremos conocer a pi, el nombre para la siguiente variante si la OMS no decide omitir más letras.

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