El anacronismo del Coll de Lilla

El Coll de Lilla es un anacronismo injustificable al que debe ponerse el punto y final.

 

26 octubre 2019 06:40 | Actualizado a 26 octubre 2019 06:48
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Parafraseando una metáfora muy común, por fin vemos luz al principio del túnel. No puede ser de otra manera después de nueve años de paralización de unas obras que ya debían estar concluidas desde hace tiempo. Por fin, han arrancado los trabajos de perforación del túnel del Coll de Lilla. No hay un gran despliegue de efectivos, pero de momento una máquina ya ha empezado a abrir la galería desde la boca de Valls. El túnel del Coll de Lilla permitirá unir la autovía A-27 desde la variante de Valls con la autopista A-2 a la altura de Montblanc. Si se mantiene el compromiso de Fomento en 2021 la A-27 ya sería transitable desde Tarragona a Montblanc. Faltaría el enlace con la AP-2, un tramo corto pero necesario para completar el trayecto en su totalidad.

El túnel de Lilla tendrá una longitud de 1,5 kilómetros. La obra es compleja por los previsibles problemas que puedan aparecer por la composición del terreno. En el extremo de Valls, los estudios geotécnicos han determinado que el subsuelo está formado por láminas de pizarra. Mientras tanto, en la zona de Lilla hay arcillas con características expansivas, de infausto recuerdo en las obras de los túneles del AVE que cruzan el mismo sistema montañoso. En el caso de las obras de Lilla, la aparición de este tipo de material obligó a modificar el proyecto, que en total está presupuestado en117,6 millones de euros.

El inicio de la excavación coincide con el periodo electoral, por lo que desde el Gobierno Central no se han dado los detalles de cómo se desarrollará esta fase. Ya en septiembre el subdelegado del Gobierno, Joan Sabaté, anunció que la dirección de la obra le había comunicado que en un mes comenzaría la intervención. El bombo ahora es lo de menos. Lo importante es que las obras avancen porque el túnel de Lilla ya llega demasiado tarde. La comunicación directa por vías de doble carril entre el Mediterráneo y el Cantábrico es una necesidad fundamental para la economía de Tarragona, tanto a nivel industrial como turístico. El Coll de Lilla es un anacronismo injustificable al que debe ponerse el punto y final.

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