El año que vivimos peligrosamente2017 ha sido un Dragon Khan en toda regla

Este ha sido el año de muchos, pero solo unos pocos pasarán a la Historia. Entre ellos Emmanuel Macron o los nuevos patriotismos emocionales que no encuentran encaje en la concepción política tradicional 

25 diciembre 2017 08:30 | Actualizado a 25 diciembre 2017 08:35
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Se nos acaba el año 2017 que, como año, hay que reconocerle que ha sido bastante entretenido por decirlo suavemente. Estamos todos con esa cara desencajada que le queda a uno cuando el vagón de la montaña rusa se frena de repente, esa situación en la que no sabes si quieres repetir o salir huyendo. Porque el 2017 ha sido un Dragon Khan en toda regla. Exhaustos llegamos a su fin, y muchos deseamos que el 2018 sea algo más pausado

Este ha sido el año de muchos, pero solo unos pocos pasarán realmente a la Historia. Entre ellos Emmanuel Macron. El inesperado presidente de la República Francesa que parece abanderar precisamente la política de la sorpresa

También resultados electorales que dan el vuelco al status quo, nuevos patriotismos emocionales que no encuentran encaje en la concepción política tradicional. Una Europa sorprendida por jóvenes líderes que aparecen de la nada tanto en Austria como en Francia y posiblemente en España, por no hablar de Catalunya, porque este también ha sido el año del improbable Carles Puigdemont que al final se ha llevado el gato al agua en las elecciones al Parlament de Catalunya de la semana pasada.

Así que ahora que se nos acaba el año 2017 intentemos recuperar alguna de sus enseñanzas: el Macronismo ha llegado para quedarse como nuevo modelo político de éxito indudable.

La fórmula Macron consiste en renunciar a los modelos políticos tradicionales para inventarse una nueva opción que permita ocupar el poder, todo el poder. En menos de un año, Emmanuel Macron ha conquistado la absoluta realidad francesa. 

Ha seducido a la derecha y a la izquierda, ha casi anulado a la extrema derecha que por no tener no tiene ya ni un banco que le quiera prestar una tarjeta de débito, la izquierda insumisa de Mélenchon ha tirado la toalla con un cierto aire de desaliento, y ni tan siquiera los intelectuales –que en Francia son una raza aparte- osan interpelar al nuevo Napoleón. 

No es de extrañar que la fórmula Junts per Catalunya haya sorprendido en las elecciones del 21 de diciembre, ya que tiene mucho de Macronismo este situarse por encima del bien y del mal (político). 

No formar parte de la tradición

Ese apostar por figuras que dicen no formar parte de la tradición. Maquiavelo estaría tan orgulloso de ellos. Lo han sabido interpretar como nadie y ponerlo de moda más aún quinientos años después de la publicación de su Príncipe. 

Puestos a terminar este fausto 2017 en pompa y algarabía en tres días nos hemos engullido unas elecciones, el sorteo de la Lotería de Navidad y un clásico

Escribo estas líneas tras el partido Madrid-Barça del vermut (acabar este año con un clásico a la una de la tarde es propio de mentalidades muy retorcidas) y me viene en mente una frase del escritor Paul Auster: «El fútbol es la manera que ha encontrado Europa para odiarse sin destruirse»

Fútbol y política

Es una frase acertada, la última de una serie de frases en la que diversos intelectuales coinciden en la idea del fútbol como un lugar en el que volcar las bajas pasiones que no deben de tener los Parlamentos. Porque ya sabemos que cuando esos dos mundos -el de la política y el fútbol- no se distinguen, el cataclismo está servido

No me atrevo a predecir nada para el año que viene. Ni tan siquiera el calor en verano. Me conformaría con que el sentido común volviera a estar de moda como los pantalones de campana. Pero, sinceramente, creo que es más fácil que vuelvan las hombreras…

Seguramente en el 2018, volveremos a vivir peligrosamente muchos días, así que tomen fuerzas, devoren bien la carn d’olla, no se olviden de la pilota y no se metan con sus cuñados. 

Procuren ser felices, se lo merecen. 
 

* Periodista. Nacida en Tarragona, Natàlia Rodríguez empezó a ejercer en el Diari. Trabajó en la Comisión Europea y colabora en diversos medios. Vive entre París y Barcelona. 

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