Un joven español que regresaba de Bangkok, hizo escala en Múnich. Tras ir al lavabo, perdió de vista al grupo y en su despiste pulsó el botón de una puerta de seguridad que encendió la alarma. Se desalojaron dos terminales y cancelaron 130 vuelos.
He recordado el famoso «botón rojo» capaz de lanzar una guerra nuclear. No era rojo ni botón, sino un maletín negro.
Para evitar malentendidos, Washington y Moscú disponían del «teléfono rojo», que tampoco era rojo ni teléfono, sino un teletipo directo. Enviaron un texto de prueba: «Un zorro rápido y pardo saltó sobre el lomo de un perro holgazán» («The quick brown fox jumped over the lazy dog’s back»). Contenía todas las letras del alfabeto inglés y era un método de las imprentas para comprobar tipografías.