El buenismo ilustrado

Sumen todos los muertos y lo verán claro. Estamos en guerra, aunque no lo sabemos

19 mayo 2017 23:46 | Actualizado a 22 mayo 2017 11:25
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El “sí, pero…” es malo por naturaleza. De lo más jodido que le pueden decir a uno. Usted haga la pregunta que quiera, si la respuesta empieza con un “sí” y seguidamente aparece el “pero” corra, no deje acabar la frase. “¿Me quieres?” le preguntó Manolo a Teresa. “Sí, pero…” lo siguiente eran los papeles del divorcio encima de la mesa.

Esa fórmula fue una de las que más se utilizo cuando la revista danesa Jyllands-Posten caricaturizó a Mahoma y posteriormente Charlie Hebdo reprodujo las viñetas. Ante las amenazas recibidas por el mundo integrista surgió algo muy nuestro, muy occidental: el buenismo ilustrado. Condenamos las amenazas … pero las caricaturas no deberían haberse hecho, son insultantes, ponen el dedo en la llaga, abren una herida que será dificil de sanar y así hasta las mil y una fórmulas que en el fondo eran un “sí, pero…”. No le des un cachete al niño, aunque se lo merezca, no se vaya a traumatizar y nos lie la de San Quintín. No nos vayan a decir que somos malos padres.

Este semanario francés ha caricaturizado a todo bicho viviente, humano y divino, y nadie en su sano juicio, ya sea iglesia católica, ortodoxos, budistas, hinduistas, políticos de derechas, izquierdas, … ha pensado en sacar la kalashnikov a pasear para poner fin a los dibujos. Imaginen por un momento que ante una viñeta sarcástica y con todo el mal gusto que ustedes quieran de Jesucristo o de San Pedro Apostol los católicos con el Vaticano a la cabeza amenazaran con baños de sangre a los protagonistas. Eso fue lo que pasó con una facción que parece tener secuestrada la religión islámica y ante eso desde Occidente se bajó la cabeza y condenó las amenazas pero … siempre con el “pero” en la boca, no vaya a ser que nos tachen de racistas. Una cosa que el buenismo ilustrado no puede permitir.

Estos días vemos a muchos con el lema Je suis Charlie pero en una semana el tema habrá quedado en el olvido y los cartelitos de homenaje al semanario francés ya no serán moda. Acuérdense del famoso Bring back our girls ante el secuestro en abril del año pasado de unas jóvenes nigerianas por Boko Haram. En nochevieja, según relataba el corresponsal Xavier Aldekoa, el mismo grupo secuestró a 40 niños. Días antes a 170 mujeres. Los carteles quedaron en el olvido.

Y es justamente la religión islámica la que más pierde con estos actos. Da alas a la generalización, al simplismo que confunde una parte por el todo. A que se mire con recelo a la comunidad musulmana, que es la que más sufre en países como Siria o Irak, actos terroristas. Según el gobierno iraquí en 2014 hubo en el país más de 15.000 muertos y 22.000 heridos por actos violentos.

Sumen todos los muertos y lo verán claro. Estamos en guerra. No la de las trincheras y aviones bombardeando. No la del puente de Mostar. Ni tan siquiera la de Hemingway tomándose un dry martini en la barra de Chicote. Esta es más complicada, si cabe,porque aún no lo sabemos. Ni tan siquiera sabemos quién es el enemigo, que muchas veces ataca en solitario. Provoca muerte, terror y desaparece. Lo hace en Oriente y en Occidente. En cualquier sitio donde no se atiendan sus postulados. Y eso es algo que el buenismo ilustrado no quiere ver.

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