El campo de lo posible

También Pedro Zerolo, tan valiente y tan sonriente, pudo decir que él no era ni un inquisidor ni un reprobador y que se limitaba a regar las raíces de todo lo que había nacido. Su breve estancia en este mundo ha congregado a personas que piensan de modo distinto, pero que están de acuerdo en una cosa: en que pensar y sentir no debe estar prohibido. «Siente el pensamiento, piensa el sentimiento». Su batalla no fue sólo por los derechos de homosexuales, lesbianas, gais y transexuales, sino por ensanchar el territorio de la libertad. Y eso en España tiene mucho mérito. Jamás quiso hacer prosélitos, porque le bastaba con agrupar personas. Su capilla ardiente congregó, sin exigir carné, a los que el canónigo José María González Ruiz denominó como partidarios, los santos que nunca serán canonizados en un santoral apócrifo. A los santos y a los pecadores, que dicen que todos somos hijos de Dios, aunque la mayoría se sienta huérfana y no conozca a tan importante señor. La desaparición de Pedro Zerolo coincide con el embrollo político más visible de los últimos tiempos de nuestra vida política, donde sólo tienen sitio los vivales. La casa está por limpiar y hay más pactos que escobas. Todo son duras negociaciones, pero hasta las más blandas exigen que algunos socios ganen más que otros. Rivera es imprescindible y obliga al PP y al PSOE a ceder en Madrid y en Andalucía, mientras Anticorrupción investiga a UGT en varias comunidades. El asunto de las becas gordas y del fraude de los ERE que investiga la juez Alaya puede cambiar de manos justicieras, pero no está claro a qué otras puede llegar. Entre nosotros, cada una esconde una piedra dispuesta a ser arrojada al grito de que Dios nos dé puntería, ya que todo rival merece ser descalabrado. El ansiado ‘sí’ depende de Ciudadanos, que tiene más pretendientes que nunca. La ventaja es que incluso Susana Díaz se comprometa a bajar impuestos y a retirar a los cargos que sean imputados. Hay que arreglar la casa antes de invitar a nadie. No se que le dé asco entrar.