El domingo más raro

El día ya era feo y vino el Barça con sus incoherencias y otra gestión nefasta 

02 octubre 2017 07:59 | Actualizado a 02 noviembre 2017 14:00
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Al golpeo sordo del balón a puerta cerrada, ya de por si huérfano, se añadió la tristeza de un día muy feo, también en el deporte. La sensación de Estado de excepción se hizo más palpable que nunca en Tarragona cuando el Nàstic anunció la suspensión de su encuentro con el Barça B. Y eso que había una paradoja: tantos Mossos en las calles y tan pocos para el partido. Casi recordaba a la ocurrencia de estos días, en los que se comentaba que si tres de cada cuatro antidisturbios de España estaban en Catalunya, el resto de comunidades eran terreno ideal para el delito. Si cabe, la situación añadió más frustración y crispación a una jornada aciaga: aficiones irritadas, campos vacíos, pueblos sin fútbol y, en esencia, un domingo anómalo, raro hasta el abatimiento. Más allá de que al Nàstic se le pueda reprochar escasa antelación a la hora de anunciar la suspensión, lo del Barça es más tremendo, en tanto que un capítulo más de la nefasta gestión de Bartomeu. El club, comprometido con el derecho a decidir y tan harto como otros por la represión sufrida, se quedó a medias en su reivindicación y pecó de incoherencia. Se plantó a la hora de jugar el partido pero cuando asomó la amenaza de la suspensión deportiva –seis puntos menos–, se echó atrás. Por supuesto, nadie pensó en pasar el partido al sábado para evitar problemas. La amenaza de la sociedad dividida, hasta hace poco discurso del miedo, se trasladó al club y a Bartomeu se le han ido dos directivos, disconformes por haber jugado. Más estragos para un día enrarecido y doloroso. 

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