El ejemplo chileno

21 diciembre 2021 16:20 | Actualizado a 21 diciembre 2021 16:46
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Chile tiene ya un nuevo presidente –el más joven de su historia democrática, pues asumirá el cargo en marzo con 36 años– en el izquierdista Gabriel Boric, el exlíder estudiantil que venció en las urnas al ultraderechista José Antonio Kast.

Más allá de lo que representa este triunfo del que será el mandatario más izquierdista desde el Gobierno del derrocado Salvador Allende (1970-1973) y el primero que no forma parte de los dos grandes bloques que se repartieron el poder desde el retorno a la democracia en 1990, la victoria de Boric ha sido noticia, al menos en nuestro país, por lo que jamás debería serlo una contienda democrática: por las reacciones de los contendientes.

Boric, que representa a una generación que repudia el modelo neoliberal que consagró la dictadura de Augusto Pinochet y que aspira a transformar el país en un Estado de bienestar con pensiones solidarias, salud universal e impulso de derechos sociales, la diversidad, las minorías y el medioambiente, agradeció a los otros candidatos que compitieron en las elecciones y admitió que «el futuro de Chile nos necesita a todos del lado de la gente y espero que tengamos la madurez de contar con sus ideas y propuestas para comenzar mi Gobierno».

Y el perdedor, de ideas antagónicas, felicitó a su oponente y añadió que «desde hoy es el presidente electo de Chile y merece todo nuestro respeto y colaboración constructiva. Chile siempre está primero». Ya lo ven, unas reacciones correctas y normales que, sin embargo, aquí son noticia. ¡Cuánto tenemos que aprender! A ganar y, sobre todo, a perder. Mucha suerte, Boric. Mucha suerte, Chile.

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