Los catalanes tienen tanta afición por los calçots como por el espionaje. Al micro en el jarrón del restaurante La Camarga se unen las escuchas a Fernández Díaz hablando de cómo husmea a otros en Catalunya. El ministro del Interior debe dimitir, pero no por espiar y utilizar los medios del Estado para sus obsesiones y las de su partido con Catalunya, que también. Debe dimitir por ser el ministro del Interior y dejarse espiar. Por el ridículo. Si no garantiza sus comunicaciones, va a garantizar las nuestras. Estamos al final de la campaña y los escándalos resultan sospechosos, pero este es el señor que recibió a Rato en su despacho para algo «personal» y «al margen de la situación procesal» del exministro.
El espía espiado
19 mayo 2017 18:58 |
Actualizado a 21 mayo 2017 17:37
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