El héroe humilde

23 julio 2021 08:00 | Actualizado a 23 julio 2021 08:19
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Siempre me ha gustado hurgar detrás de las grandes estrellas del deporte para encontrar a la persona que se esconde detrás del héroe. Es un ejercicio que suele deparar grandes sorpresas y la posibilidad de toparse con auténticas y edificantes historias de superación. Me acaba de volver a suceder con Giannis Antetokounmpo, recién proclamado campeón de la NBA con los Milwaukee Bucks y alzarse además con el trofeo de jugador más valioso de la final.

En la cancha protagoniza las jugadas más inverosímiles con una facilidad pasmosa. Pero su vida no ha sido, en absoluto, fácil. Nacido en Atenas de padres nigerianos que entraron en Grecia de forma ilegal, la familia –tiene cuatro hermanos– vivió durante años en infraviviendas con el temor a ser deportada. Se ganaban la comida, la mayoría de las veces escasa, vendiendo baratijas en la calle como manteros.

Giannis no tocó una pelota de baloncesto hasta los 13 años, pero no tardó en dominarla de tal forma que, pese a que con 18 ya medía 2,07 metros, jugaba de base, el puesto de los ‘bajitos’ y más hábiles con el balón. Pronto se convirtió en una atracción irresistible para ojeadores de todas las ligas; el de los Bucks fue el más avispado y su equipo lo eligió en el draft del 2013. A partir de allí siguió creciendo y esforzándose hasta ser leyenda.

Pero no se olvida de dónde vino: es un campeón en la cancha y un campeón fuera de ella. «Sé que soy un modelo a seguir. Esto debería hacer que cada persona, cada niño, cualquiera en todo el mundo, crea en sus sueños. No dejes que nadie te diga lo que puedes hacer o no», dice. Muy grande, Anteto. Y no solo por tus 2,11 metros.

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