El inmovilista Rajoy

No se advierte en Rajoy el ímpetu que sería de desear para renovar el partido, abriendo las compuertas y provocando debates

19 mayo 2017 22:37 | Actualizado a 22 mayo 2017 17:56
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El resultado electoral evidencia que en el hemisferio derecho del espectro ideológico, el PP no tiene otros competidores (Ciudadanos terminará siendo seguramente su socio natural). El PSOE, en cambio, sí tendrá que ganarse a pulso el espacio político tradicional que ha ocupado en todo el trayecto democrático, en el que también trata de ubicarse Podemos, con la pretensión de desbordar el espacio que ha ocupado tradicionalmente Izquierda Unida y arañar parte del espacio socialista. Este estado de cosas sugiere que el PP no tendría especiales dificultades en recuperar parte de la clientela perdida, que no ha sido aún captada por otras formaciones y que, de no variar las circunstancias, irá directamente a la abstención. Aunque naturalmente, para congraciarse con quienes ya han desertado conscientemente, harían falta reclamos de gran calado capaces de devolver a los electores siquiera una parte de la confianza perdida por los engaños -el incumplimiento del programa- y, sobre todo, por los episodios de corrupción. Sorprende que Rajoy no muestre la menor intención de rectificar la andadura con el fin de recuperar el terreno perdido en la competición electoral. No se le ve la sana irritación que sería lógica ni se advierte el ímpetu que sería de desear para renovar el partido, abriendo las compuertas, provocando debates, facilitando la circulación de elites y buscando todas las conexiones perdidas con la sociedad. Permanece inmóvil.

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