China, la OMS y el Gobierno español

Existe una base razonable, para, una vez superada la pandemia, iniciar una investigación internacional independiente, para que se busque la verdad objetiva sobre el origen del virus

30 mayo 2020 10:20 | Actualizado a 30 mayo 2020 16:24
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La República Popular China, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Gobierno socialista-comunista presidido por Pedro Sánchez, y por este orden, según las noticias de los medios de comunicación que cada día se están produciendo, podemos observar con nuestra mejor buena voluntad y de una forma objetiva, una serie de presuntas conductas imprudentes graves en la  propagación de la pandemia ocasionada por el Covid-19, (mejor virus de Wuhan), que han producido ya y aún están produciendo una catástrofe mundial por muertes y enfermedades en toda la Humanidad: más de 5 millones de contagiados y más de 340.000 personas fallecidas en todo el mundo. 

Estamos totalmente convencidos de que si se hubiera actuado de una forma más diligente la pandemia se hubiera  detenido, o se hubiera atenuado y no se hubiera extendido por todo el planeta. Decía, certeramente, el Premio Nobel Jacinto Benavente que: «el mayor peligro para los que están en el poder es el de creerse que lo pueden todo».

Los efectos letales y las enfermedades que se han producido por el coronavirus, a mi prudente juicio, no se deben a una única causa, sino desgraciadamente a la conjunción de tres factores o conductas causales confluyentes que tienen como nota común la imprudencia grave. Tres conductas que parecería se hubiesen puesto de acuerdo entre ellas. Como no se trata de una cuestión estrictamente civil, como vamos a indicar al final, no existe la denominada compensación  de culpas o imprudencias, pues los tres nexos causales que confluyen a un mismo resultado son independientes entre ellos.

La República Popular China, como ya expuse en un reciente y amplio articulo publicado por el Diari porque desde que se detectó la enfermedad en diciembre de 2019 (según algunos autores el primer caso se detectó el 17 de noviembre de 2019) omitió en su inicio que el virus era altamente contagioso, silenciaron a personas y a sus propios médicos y además censuraron informes de científicos  que estudiaban el origen y las causas. El Gobierno chino desde el comienzo de la propagación de la pandemia no informó debidamente a los estados y cuando se hizo fue con retraso. La desinformación pone en riesgo la salud y la vida de las personas en todo el orbe. La mentira suele ser más clara que la verdad.

En relación con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyo director general es el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, se le acusa (según opinión de Lawrence Gosrtin) de encubrir tres epidemias de cólera en Etiopía con el fin de minimizarlas y que su país no sufriese las consecuencias económicas de admitir mundialmente las epidemias. Funcionarios de Taiwán ya habían alertado a la propia OMS a finales de diciembre  de 2019 del contagio de persona a persona, pero fueron ignorados.

El 10 y 14 de enero de 2020 la OMS emite dos comunicados  respaldando y haciéndose eco de la propaganda china, desinformando y manifestando que no había una clara evidencia de transmisión  de persona a persona del coronavirus. Tedros Adhanom se reunió el 28 de enero de 2020 con el Presidente Chino Xi Jinping, y dos días después, el 30 de enero se declara, al fin, la alerta mundial de la pandemia con un Informe de la OMS.

China es el mayor inversor directo extranjero de Etiopía. No es de extrañar que el Presidente de EEUU considere a Tedros Adhanom como persona negligente y parcial a favor de China.

El nuevo gobierno español conocía el citado Informe de alerta mundial del 30 de enero de la OMS, y además recibió pocos días después otro informe de fecha 10 de febrero emitido por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) en el que se advertía de los síntomas de la enfermedad, del alto grado de contagio que podía llevar a tener entre el personal sanitario, recogiendo los datos de los pacientes hospitalizados en Wuhan que indicaba que un tercio de los hospitalizados por el coronavirus precisaban un tratamiento en la UCI, también se instaba  a asumir el Informe con cautela. 

Por si fuera poco, existieron dos alertas más: la de la  propia Unión Europea, de fecha 14 de febrero que también advirtió de lo que podía suceder enviando una circular al Gobierno español (aunque con posterioridad Josep Borrell se mostraría obsequioso con China). Y la alerta de la gravísima situación que estaba padeciendo Italia que era catastrófica con un elevadísimo número de personas contagiadas y fallecidas.

El Gobierno español, incauto, recién constituido, desconoció las múltiples advertencias que hemos expuesto. Así mismo, la inteligencia y la voluntad del Gobierno estaba difuminada incluso anulada por la ideología que parece ser que era lo que primaba, y tenía preferencia, siendo incapaz, desgraciadamente, de tomar una decisión pronta y eficaz. Sin duda alguna, nos daba la sensación que estábamos en la Ciudad alegre y confiada (título de la comedia, otra vez, de nuestro Benavente).  Hasta que finalmente, el 14 de marzo se decretó el estado de alarma (abusivo), cuando en realidad lo jurídicamente correcto debería haberse declarado el estado de excepción. 

El Gobierno afrontó esta pandemia muy tardíamente, no tomando medidas y dejando, por ejemplo, que se celebrara una gran manifestación multitudinaria feminista el día 8 de marzo, en Madrid, así como otros eventos y espectáculos de masas en los que concurrían numerosas personas tanto en Madrid como en el resto de España, etc.

Existe una base razonable, para, una vez superada la pandemia, iniciar una investigación internacional independiente, para que se busque la verdad objetiva (no la verdad pirandeliana), en esta materia que tanto necesita de aclaración, que precise el origen del virus que servirá para mejor conocimiento del mismo, y en su caso, también poder exigir esponsabilidad por imprudencia grave al Gobierno chino que debería comprometerse a reparar e indemnizar de inmediato los desbastadores perjuicios personales, económicos y morales causados a toda la Humanidad (muertes, enfermedades), o cancelar el pago de la deuda en concepto de indemnización. Lo mismo tenemos que decir respecto a la OMS.  

En relación al Gobierno de la República Popular China  y a la Organización Mundial de la Salud, agencia de la ONU, la responsabilidad se haría efectiva mediante una reclamación internacional.

Respecto al Gobierno español, además de tener una grave responsabilidad política, lo que se tendría que hacer, también, en mi opinión, es exigir, por lo menos, una responsabilidad patrimonial  directa del Estado y, en su caso, acudir a la vía contenciosa administrativa. Se está impulsando la investigación penal de las residencias de mayores cuando lo que se debería impulsar es la exigencia de esta triple responsabilidad por imprudencia grave. Así lo espero.

JUAN FELIPE HIGUERA GUIMERÁ, Catedrático de Derecho penal. Universidad de Zaragoza exFiscal del Principat d’Andorra

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