El maquis y el santo

El maquis Rabás se topó en Enviny con el retrato de Jaume Hilari, al que había fusilado

19 mayo 2017 18:11 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:10
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El maquis, conocido también como la guerrilla española, fue un movimiento o milicia de resistencia republicana en la zona nacional durante y después de la Guerra Civil. El Maestrazgo, en la provincia de Castellón; las Terres de l’Ebre, el Priorat, en Tarragona, y los Pirineos fueron, quizás, las zonas más ocupadas por estos grupos que intentaban enfrentar a la población, en su mayoría agrícola, contra el nuevo régimen, cansada de guerra y violencia, que intentaba vivir en paz después de un trienio tan catastrófico. El fracaso de la invasión del Valle de Arán desde Francia debilitó a este colectivo.

Algunos grupos consiguieron introducirse hasta el interior y enlazar con las partidas que habían permanecido en el monte desde 1939, pero no consiguieron su objetivo: ganar la guerra después de haberla perdido. El periodo de máximo apogeo guerrillero fue el comprendido entre 1944 y 1947. Poco a poco la Guardia Civil, el Ejército y la falta de apoyo de la población rural fueron minando las partidas y los grupos. Al final lucharon por la supervivencia y la Unión Soviética dejó de apoyarles.

Años después de la Guerra Civil y la persecución religiosa, el jefe del pelotón –un tal Rabás– y ejecutor material del fusilamiento de san Jaume Hilari, Hermano de las Escuelas Cristianas residente en Cambrils (Baix Camp), en el monte de la Oliva de Tarragona, se exilió en Francia y se convirtió en maquis. Corría el 26 de octubre de 1944. Un grupo de guerrilleros, procedentes de Francia, entró en Enviny (Lleida), de noche, el pueblo donde residía la familia del santo, que entonces sólo era mártir de la Fe. Por causalidad, los maquis penetraron en la casa de los padres de Jaume Hilari, en busca de provisiones. Les acogieron, como buenos payeses que eran, y les ofrecieron pan, harina, chorizo, vino y otras viandas. Entre las sombras de la noche y ante las restricciones eléctricas, una luz de carburo alumbraba la estancia. El maquis Rabás se encontró de golpe ante un retrato del santo, colgado de la pared de la casa paterna. El hombre, al verlo, se aturdió y preguntó a la hermana quién era el del retrat: «És el meu germà; el van matar quan la guerra com a tants altres…». Rabás se descompuso; no quiso oír nada más y salió de la casa despavorido.

«Escolta, noi, aquell retrat ha estat per tu com un cop de maça», le dijeron los compañeros.

Rabás preguntó al médico del grupo:

–Saps si els morts parlen?

–Jo no n’he vist parlar mai cap– respondió.

–Doncs, jo sí. Aquell frare del quadre...

–No pot ser…

–Aquells ulls fa dies que els porto ficats al cervell i no hi ha qui els faci callar.

–Però, per què tot això ara?– pregunta el médico.

–Perquè se’m van clavar un dia que jo vaig intentar tancar-los-hi per sempre, amb el foc de la meva pistola.

El médico no entendía nada…

–Sí. El maleït escamot a les meves ordres havia fallat les dues descàrregues de fuselleria…

–I tu vas liquidar-lo?

–No podia deixar-lo viu amb el forense el costat [el doctor Miquel Aleu] i els guàrdies a cinc metres. Jo vaig clavar-li les bales, però ell em va clavar els ulls per sempre. I no content en cremar-me per dins, ara me’ls trobo fora…; així, com entre dos focs i amb la seva família. Vull dir-te que aquella mirada em persegueix i m’acusa…

Cuando clareaba el nuevo día, los vecinos de Enviny oyeron un fuerte tiroteo en la montaña. Las fuerzas de Sort dispersaron un grupo de maquis que huyeron en dirección a Francia, abandonando armas y provisiones.

La familia de Jaume Hilari se despertó con un intenso olor a vino, procedente de la bodega. Los maquis, al llenar las botas, con las prisas, habían dejado abierto el grifo de un barril. ¿Era aquello un símbolo?

Quizás representó la sangre derramada injustamente por tantos inocentes… como sant Jaume Hilari.

Basado en su libro Jaume

Hilari, el primer Sant de la Guerra Civil, documentado con los datos que obran en el Archivo privado de La Salle, de Cambrils.

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