Algunos políticos nuevos son como las viejas señoras de la limpieza que tiran a la basura lo que creen que es basura. La última actuó en una iglesia de Mannheim, en Alemania. Consistía la obra de arte en varias mantas térmicas arrugadas delante del altar que simbolizaban los pocos medios para rescatar refugiados. La reconstrucción de la ofendida artista ha consistido en añadir un sucio contenedor para completar tan conceptual creación artística. Avisada está la señora de la limpieza.
Algunos políticos nuevos creen que los dirigentes y votantes del Partido Popular y de Ciudadanos (ahora llamados «las derechas», como las mareas pero en facha) son basura. A ellos no pueden tirarlos, pero, gracias a la Ley de Memoria Histórica, pueden votar otras inmundicias.
En Madrid, una placa conmemorativa del fusilamiento de ocho carmelitas (repuesta) o la dedicada al político José Calvo Sotelo, asesinado el 13 de julio de 1936 (antes del franquismo).
Que también tiraran legítimamente un monolito recuerda demasiado a los simios de ‘2001’.