El mundo como es

Ha empezado en Perpinyà el certamen internacional de fotoperiodismo Visa pour l’Image. Hasta el 13 de septiembre muestra, en su 27 edición, la labor de una veintena larga de profesionales de todo el mundo. Este año buena parte de las instantáneas están centradas en la crisis migratoria, en la expansión del Estado Islámico, y en Siria. También abren ventanas a otras realidades fuera del día a día informativo, y a conflictos olvidados. Pueden verse imágenes de Somalia, el Congo, la República Centroafricana, Burundi, Venezuela, Nicaragua y Nepal, y reportajes sobre las madres adolescentes en Francia, los desahucios en España y los enfermos de cáncer. Desde mi punto de vista y hablando claro: hay que tener ganas.

El director del festival, Jean-François Leroy, que se define como un «pesimista apasionado», decía ayer en Radio France Internationale que el Visa, que suma visitantes cada verano, muestra «el mundo tal como es en verdad», el mundo «que rechazamos ver», que es «de una violencia inaudita y se pudre un poco más cada día».

La calidad de los trabajos es indiscutible, y es justo esto lo que me lleva a preguntarme si una parte de los visitantes del certamen, grande o pequeña, no acudirán interesados solo por el buen nivel técnico y el efecto impactante. Quiero decir, sin pretender ir, y ni siquiera planteárselo, al trasfondo del drama retratado. A consumir sensaciones, sin más. No lo afirmo, es un pensamiento que me ha venido a la cabeza. Porque creo que en general tenemos un problema de empatía. O no, y solo es que hoy estoy también pesimista. Pero ¿dónde fue a parar el ‘no a la guerra’?