«Él nunca lo haría»

23 junio 2020 09:40 | Actualizado a 23 junio 2020 09:52
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Una de las cosas buenas –sí, también las hubo– que trajo el confinamiento fue esa sensación de recuperar al perro como el mejor amigo del hombre. Al menos, así fue en la primera fase, cuando tener una mascota era una de las pocas excusas válidas para salir a la calle. Así lo descubrieron miles de ciudadanos, como ponen de manifiesto los datos de la Real Sociedad Canina de España, que aseguran que en plena pandemia se registró un repunte de un 50% en la demanda de cachorros, «unos 5.000 perros que, en muchos casos, se instrumentalizaron como medio para salir a pasear, entretener a los niños o crear un mayor vínculo, al disponer de más tiempo para estar juntos».

Pero, claro, el confinamiento se fue suavizando a medida que avanzábamos fases hacia la llamada ‘nueva normalidad’ y, cuando ya pudimos salir con más libertad, los perros dejaron de ser tan necesarios. Tanto fue así, que la misma entidad acaba de denunciar que el abandono de perros ha aumentado un 25% desde el inicio de la desescalada. Y pone cifras: 2.000 abandonos. Uno de los motivos de este desapego es económico, pues hay que tener en cuenta que esta pandemia ha mermado considerablemente los ingresos de muchas familias y no hay que olvidar que el gasto anual de tener una mascota, entre veterinario, higiene, alimentación y demás cuidados, puede ascender a los 1.350 euros anuales. Sí, tener un perro es un gasto, pero también, y sobre todo, exige una gran responsabilidad, pues no se trata de un juguete ni puede ser fruto de un capricho. ¿Lo entenderemos algún día? En todo caso, toca recordar aquella campaña que rezaba «él nunca lo haría».

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