El presupuesto

Las cuentas estatales han logrado los apoyos de una parte del nacionalismo vascoy del partido independentista catalán mayoritario por la ce-sión en el tema de la cuota del catalán y euskera en la nueva ley audiovisual española y un canal infantil en lengua vasca para los niños de Navarra
 

30 noviembre 2021 11:30 | Actualizado a 30 noviembre 2021 12:25
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El presupuesto en las Administraciones Públicas es el acto político anual más importante, solamente superado por el hecho de que se produjera durante el ejercicio, una cuestión de confianza y sobre todo una moción de censura con un posible cambio de gobierno. Pero el presupuesto además de un acto político es un acto administrativo, que en una parte importante, además, es sorpresivamente reglado. Es decir, que un presupuesto no sólo depende de la decisión política del gobierno del momento de que se trate, sino que hay una parte importante en que precisamente esta decisión política no la puede hacer desaparecer aunque quisiera. Y nos referimos a las retribuciones funcionariales, a los pagos a contratistas de los numerosos servicios y obras públicas, a los créditos en que hay que abonar intereses y amortizaciones etc. Si políticamente se eliminara alguna de estas partidas para dedicarlas a otras finalidades aparecerían inmediatamente responsabilidades administrativas para los políticos y tal vez penales, según las reclamaciones de los afectados.

Es curioso por lo tanto. Es un acto político muy importante y en que la base de un acto político es precisamente la discrecionalidad. Es decir, se puede decidir hacer una obra o no, una carretera por ejemplo o no. Pero en cambio hay una parte importante de este acto que viene obligado a acordarlo el político por ley: retribuciones, pagos a contratistas etc. Pero todavía un presupuesto es más curioso de lo que parece porque en realidad con esta parte del presupuesto no disponible, lo que hacen los gobiernos actuales es asumir precisamente el coste político de gobiernos anteriores tal vez diametralmente opuestos a ellos, incluso de hace décadas, en el caso de los créditos bancarios, por ejemplo.

Por lo tanto y a modo de conclusión se puede decir que el presupuesto es un acto político, pero con una parte ya comprometida, puede que por decisiones políticas de gobiernos anteriores que pueden no gustar a los actuales. Ésta es la grandeza del principio de seguridad jurídica para conseguir una adecuada transición jurídica y económica sin sorbresaltos ni vulneración de derechos cobratorios de terceros, ya sean ciudadanos o empresas. Y ello es porque los políticos son perecederos pero las administraciones públicas básicas no.

Ello no obstante los presupuestos del Estado o de las comunidades autónomas de este año tienen un mayor margen de maniobra económica gracias a los fondos europeos. Pero también sobre éstos habrá obligaciones a cumplir impuestas precisamente por la Unión Europea que las deberá fiscalizar y de hecho también ya ha impuesto sus reglas. Por lo tanto esta parte tan interesante como nueva también se escapa en cierta manera a la discrecionalidad política.

Pero toda esta parte teórica que hemos comentado choca bastante con la realidad política y así vemos que los presupuestos se aprueban en buena parte por los grupos que apoyan al gobierno central o en el caso de Catalunya al de la Generalitat, no por la bondad o no del presupuesto en sí, sino por razones que nada tienen que ver con él. Veamos.

El presupuesto estatal ha conseguido los apoyos de una parte del nacionalismo vasco y del partido independentista catalán mayoritario por la cesión en el tema de la cuota del catalán y euskera en la nueva ley audiovisual española y un canal infantil en lengua vasca para los niños de navarra, así como la gestión del ingreso mínimo vital.

Y en el caso del presupuesto de Catalunya todavía es más llamativo porque el grupo político independentista que tenía que darle la mayoría solicitaba cosas como la realización de un referéndum de autodeterminación.

Y es más llamativo en Catalunya el pacto final alcanzado para poder aprobar el presupuesto, pacto debidamente publicitado y que consiste en aprobarse mutuamente, el presupuesto de la Generalitat unos y el del Ayuntamiento de Barcelona otros. Es más llamativo porque el líder independentista en el Ayuntamiento de la capital catalana había anunciado ya su negativa a la aprobación y salió a declarar hace poco todo lo contrario, es decir, que votaría afirmativamente asumiendo, dijo literal, la contradicción. Pero nadie se va.

Cuotas de catalán y vasco en la ley audiovisual, canal infantil en euskera para los niños de la Comunidad de Navarra, gestión del ingreso mínimo vital y la decisión de aprobar dos presupuesto de golpe, es decir, un dos en uno, el de la Generalitat y el del Ayuntamiento de Barcelona. Esta genial permuta presupuestaria manifestada en público y que establece un novedoso, sorprendente e incierto principio nunca visto en el derecho presupuestario y dicho por cada parte a la otra: «tu presupuesto es muy bueno porque me votas el mío», parece que debiera ser una de estas dos cosas: O el ejemplo de manual más evidente que la teoría presupuestaria y el objeto presupuestario han pasado a mejor vida y los gobiernos mezclan los presupuestos con cosas que no tienen nada que ver con un instrumento tan importante y que en consecuencia queda devaluado y se prestan además a ello. O que en el caso de Catalunya, Barcelona es tan importante como toda Catalunya, ya que con este pacto la han puesto a su mismo nivel. Joan Manel Serrat tiene una canción que además da el nombre a uno de sus álbumes y que se titula: «El sur también existe».

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