El pueblo chileno elige a su próximo presidente

Podrán optar por José Antonio Kast, (55 años) nostálgico del dictador Pinochet que agrupa a todos los sectores de la de-recha chilena actualmente en el gobierno, o por Gabriel Bo-ric (35), que cuenta con apoyo de socialistas, comunistas y la democracia cristiana
 

18 diciembre 2021 07:40 | Actualizado a 18 diciembre 2021 08:44
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Este domingo los chilenos elegirán a su próximo presidente. Podrán optar por José Antonio Kast, (55 años) nostálgico del dictador Pinochet que agrupa a todos los sectores de la derecha chilena actualmente en el gobierno, o por Gabriel Boric (35), que cuenta con apoyo de socialistas, comunistas y la democracia cristiana. En la primera vuelta, Kast obtuvo el 28 % y Boric el 26. Algo más de la mitad de los votantes optaron por otras candidaturas y serán decisivos en esta segunda y definitiva.

Kast es hijo de inmigrantes alemanes que llegaron a Chile en los años 50. Su padre fue teniente del ejército de Hitler y perteneció al partido Nazi. El candidato ha llevado más lejos las posiciones habituales de la derecha chilena representada por el actual presidente Piñera. Ya en 1988 apoyó públicamente la opción del «sí» en el referéndum que perdió Pinochet sobre la continuidad de su dictadura. Hace pocos años, miembros de la familia Kast dueños de la cadena Bavaria de productos alimenticios fueron citados en un juicio sobre la detención y asesinato de unos 70 campesinos favorecidos por la reforma agraria días después del golpe militar contra Salvador Allende. Christian Kast, hermano del candidato a presidente, tuvo que declarar porque uno de los desaparecidos era empleado de su empresa y porque hay testimonios de que cedió camiones de Bavaria al Ejército para transportar a los detenidos. Otro hermano, Miguel, fue presidente del Banco Central de Chile con Pinochet. El candidato ha tratado en los debates electorales eludir estas referencias sobre los vínculos familiares con la dictadura. En su programa económico, Kast apuesta por reducir impuestos a la producción, la desregulación de los mercados, y la privatización de empresas. Apoya el actual sistema privatizado de pensiones pero con un aumento en la edad de jubilación y del monto de las cotizaciones. Quiere derogar la reforma educacional y la ley que permite el aborto. Denuncia lo que considera «ideología de género». En cuanto a la sanidad, propone su gradual privatización, licitando servicios que hoy son públicos. En el norte del país propuso cerrar el paso a inmigrantes con una zanja de tres metros de profundidad por tres de ancho con rejas «para que no caigan personas o animales». Eso le dio muchos votos en la primera vuelta en esa zona afectada por inmigración de latinoamericanos empobrecidos. En cuanto al conflicto con el pueblo mapuche que reclama formas de autonomía, Kast apoya el despliegue del ejército y promueve lo que llama «el uso de la violencia legítima» y normas que permitan interceptar comunicaciones y arrestar a las personas en sus propias viviendas. El estallido social de octubre de 2019 que movilizó a decenas de miles de chilenos es utilizado por Kast para «asustar» a sectores de clase media con el riesgo de violencia en las calles. (Omite recordar que los cientos de heridos, los muertos y los que perdieron la visión fueron víctimas de la represión).

Su rival, Gabriel Boric, tiene un programa de mejoras sociales que puede definirse como socialdemócrata y que aspira a forjar un estado de bienestar que garantice derechos básicos universales. Entre sus propuestas figura la creación de un impuesto a las grandes fortunas, y aplicar el pago de regalías a las empresas mineras. Promueve políticas de empleo a través de incentivos estatales. El reemplazo del actual sistema de pensiones privado por un ente público. En educación Boric pretende ampliar la gratuidad de la enseñanza superior. Al contrario que su oponente derechista es partidario del derecho al aborto, del reconocimiento de la diversidad sexual, y la paridad de género. En los debates preelectorales los candidatos han tratado de moderar algunas de sus propuestas para tratar de captar posiciones más «centristas».

Una de las incógnitas es el alcance que tendrá la abstención que puede perjudicar especialmente a Boric, ya que parte de los miles de participantes en las movilizaciones de hace dos años, recelan que no lleve adelante las reformas radicales que ellos han reclamado en las calles. Esos sectores alegan que «ya fueron engañados» por gobiernos reformistas como los dos períodos de Michelle Bachelet. Pero en los últimos días de la campaña, parece que el riesgo de que el país caiga nuevamente en una deriva totalitaria, puede alentar el voto por Boric. Amplios sectores sociales no ocultan su expectativa hacia la Asamblea elegida en mayo pasado que tiene el objetivo de elaborar una nueva constitución que reemplace a la de la dictadura pinochetista. El organismo tiene una mayoría de representantes progresistas, independientes, y de los pueblos originarios (principalmente mapuches).

La antropóloga y escritora Sonia Montecino, Premio Nacional de Ciencias Sociales de Chile, señala que «el proceso de redacción de una nueva Constitución política nos obliga a revisar la historia y los relatos fundadores de la actual Constitución, hecha en la dictadura, y en general nos hace revisar el pasado». Menciona la corrupción en las Fuerzas Armadas, en Carabineros y en otras instituciones. «Yo diría -añade- que el espíritu republicano chileno se resquebrajó bajo el imperio de la búsqueda del dinero y del poder, de los afanes individuales por sobre los colectivos».

En conjunto, las posiciones reformistas en la Constituyente podrían superar los dos tercios necesarios para aprobar una nueva Carta Magna que podría ser la más avanzada de América Latina. Tienen plazo hasta julio próximo para aprobar el nuevo texto. Luego la nueva constitución será puesta a votación para que los chilenos decidan refrendarla o rechazarla. Para ese entonces ya estará en funciones el nuevo presidente y también el nuevo parlamento elegido. Tanto en diputados como en el senado, la paridad y complejidad de los bloques hará muy difícil alcanzar acuerdos. Cuarenta premios nacionales chilenos en distintas disciplinas dieron su apoyo a Boric afirmando que la elección de un presidente de la República puede permitir «una profundización democrática o una regresión autoritaria». La frase es muy clara y precisa y define la convocatoria de esta segunda vuelta. No hay dudas de que el país andino vive un tiempo histórico.

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