El ridículo político

19 mayo 2017 20:25 | Actualizado a 22 mayo 2017 07:58
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Mientras Catalunya parece que comienza a caminar hacia el futuro –siempre con el permiso de la CUP–, en Madrid las cosas siguen revueltas. Los principales partidos quieren gobernar, pero las alianzas para hacerlo efectivo no cuadran. «Es que en Catalunya pasó lo mismo», dicen algunos. No estoy de acuerdo. Efectivamente, aquí nadie tenía mayoría absoluta, pero como mínimo desde un principio había ganas de negociar entre las partes. Aunque parecía imposible que se llegara a un acuerdo –por aquello de la famosa ‘línea roja’, que en este caso se llamaba Artur Mas–, en Madrid no existen estas negociaciones firmes.

El Partido Popular quiere un pacto tripartido –¡con las críticas que lanzó el PP cuando lo hubo en Catalunya!– con dos fuerzas políticas cuyo único nexo sería la unidad de España. Realmente un pobre argumento para llegar a un acuerdo. ¿Qué pasa con el paro? ¿Qué ocurre con la corrupción? De eso nadie se acuerda. Lo primero es salvar la ‘piel de toro’, no sea que le salga un cuerno.

Mientras, el Partido Socialista se tambalea. Parece que esté jugando a tirar de la cuerda. En un extremo los varones –la reserva espiritual, los jubilados que quieren seguir mandando o influyendo–, que avalan un pacto con los populares para como mínimo abstenerse en la votación. En el otro extremo, los progresistas, partidarios de una gran coalición del bloque de izquierdas.

Ante este galimatías, quizás convocar unas nuevas elecciones sería el menor de los malos. Pero no, porque algunos temen que tengan menos diputados.

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