El sentador de madres

Un trabajo invisible de mujeres abnegadas hace que las cenas de Nochebuena y las comidas de Navidad sean un éxito

26 diciembre 2019 21:00 | Actualizado a 26 diciembre 2019 21:30
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«Falta sal», «yo no tengo tenedor», «¿hay mayonesa para los langostinos?», «no queda hueco en la mesa»... Sentados para cenar en Nochebuena, los comensales –básicamente familiares y algún amigo– se disponen a dar buena cuenta de los manjares que pueblan fuentes y platos sin que nadie se pregunte de dónde han salido, quién los ha cocinado, durante cuánto tiempo… Es algo que se da por hecho.

Mientras, una silla colocada estratégicamente en la esquina de la mesa se ocupa solo de forma intermitente. Es la de la madre, que viene y va de la sala a la cocina dando los últimos detalles para que todo esté perfecto.

El año pasado, al final de la cena una hija le prometió que le regalaría un ‘sentador de madres’, una supuesta innovación tecnológica consistente en un cinturón de nailon con un candado de tres dígitos que garantiza que las madres se queden sentadas durante toda la cena. Claro que no sería tan eficaz; dejar en manos de la madre la potestad de abrir el candado no solucionaría nada, pues seguiría levantándose a cada rato, tan arraigado está en ella su rol de cuidadora de toda la familia.

Y así, la madre, sentada en la esquina de la mesa con la comida ya tirando a fría en su plato, se emociona cuando alguien le dice «gracias, estaba todo riquísimo», y ya se pone a pensar en el menú de la Nochevieja.

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