Bielorrusia, antigua república soviética, independiente desde 1991, vive convulsa desde las elecciones que ganó una vez más Lukashenko, calificado de «el último dictador de Europa». Lleva 26 años en la presidencia y obtuvo un sexto mandato, con 80 % de votos.
La oposición y la UE le acusan de pucherazo. Es un país con diez millones de habitantes tan llano que el monte más alto tiene 350 m. También en el plano político nadie saca la cabeza, sino este historiador protegido por Putin.
La estructura social es heredera del antiguo régimen. La mitad de la población trabaja en empresas estatales. Seguramente Lukashenko goza de apoyo popular, pero no tanto. De otro modo no habría tantas manifestaciones dispersadas con cañones de agua y detenciones.