En busca del centro perdido

La alianza del PSC con Units per Avançar puede aglutinar la recuperación de un catalanismo moderado y dialogante

10 noviembre 2017 18:51 | Actualizado a 10 noviembre 2017 18:56
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El acuerdo alcanzado por el PSC y Units per Avançar para presentarse de forma conjunta a las próximas elecciones del 21-D ha levantado una considerable polvareda política. Cuando los adversarios se deshacen en críticas puede ser la  evidencia de que la operación ha dado en el clavo. Ciertamente, a primera vista, sorprende que una formación que recoge los restos de Unió Democràtica de Catalunya pueda aliarse con los socialistas, partido al que siempre combatió desde la coalición de Convergència i Unió. Sobre todo en aspectos sociales, la distancia es mucha entre ambos partidos. Pero también es cierto que, en estos momentos, hay más cosas en común que discrepancias si nos atenemos a las prioridades que requiere Catalunya. El mapa político catalán ha quedado huérfano de un centro catalanista moderado. La desaparición de Convergència i Unió y el giro independentista del PDeCAT ha dejado sin referente electoral a muchos catalanes. Ni el Partido Popular, ni Ciutadans ofrecen un ideario político atrayente para este numeroso grupo de ciudadanos de profunda raigambre catalanista y de moderación social. Los Comuns se sitúan en la radicalidad de izquierdas de la que siempre ha huido la burguesía catalana. De la CUP no hace falta ni hablar. Son el auténtico demonio del que huye el Senyor Esteve al que apela la nueva coalición. Arrancar una formación de nuevo cuño desde cero es de mucha complejidad. Por ello, la decisión de Units per Avançar de sumar con el PSC es estratégicamente plausible. En solitario, los 100.000 votos que lograron en los últimos comicios no sirvieron ni para lograr un solo diputado. En cambio, sumados al PSC tendrán un efecto multiplicador en el reparto de escaños. Además, alguien tiene que levantar la bandera del catalanismo moderado, dialogante, pragmático, capaz de entenderse con el resto de España y con capacidad de influir en la necesaria transformación del Estado sin recurrir a aventurismos alocados y estériles que sólo conducen al sufrimiento, a la división social y a la pobreza.

 

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