En espera de una política que piense en el país

El acuerdo ilusorio para intentar complacer a la CUP muestra que JxCat y ERC han aprendido y entendido bien poco

11 marzo 2018 19:13 | Actualizado a 11 marzo 2018 19:15
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Para complacer a la CUP, JxCat y ERC aprobabaron el pasado jueves un ilusorio acuerdo de investidura que prevé impulsar un Pacte Nacional Constituent encaminado a alumbrar una constitución catalana. Un proceso que culminaría con una «multiconsulta» con «todas las garantías». Este proceso constituyente arrancaría en Bruselas, puesto que sería la llamada Assemblea de Representants per la República, liderada por Carles Puigdemont, la que marcará el punto de salida. En síntesis, la construcción de la República catalana se llevaría a cabo entre el Parlament y el Govern desde Catalunya, el llamado Espai Lliure de l’Exili y la «ciudadanía catalana empoderada con la autoorganización colectiva y el proceso constituyente».
Con este plan irreal, tanto JxCat como ERC intentan mantener la ficción de cara a sus votantes y convencer a la CUP para que respalde la investidura de un candidato. De momento, el Tribunal Supremo ha vetado la posibilidad de elegir a Jordi Sànchez, quien seguirá en prisión por la obcecación del juez Llarena de intervenir en la política en vez de limitarse a administrar justicia.
Más allá de las victorias morales que le proporcionan los salvapatrias del otro bando, si el independentismo persevera en semejante estrategia será evidente que no ha aprendido ni entendido casi nada. No existe otra alternativa real que acatar la legalidad vigente, reconstruir el autogobierno y plantear el futuro en el marco del Estado de derecho. No es cuestión de rendiciones ni de traiciones, sino de hacer política respetando la realidad social de Catalunya y los contrapesos de mayorías que reflejan todos los resultados electorales.
Está claro que cualquier vía unilateral que pretenda romper el marco constitucional y la integridad territorial del Estado será reprimida. Esta respuesta ha corrido a cargo de jueces y policías y ha incluido algunos excesos injustificables. Ya va siendo hora, y quizá fuera lo más efectivo y desde luego deseable, que la política también interviniera para intentar resolver el problema.

 

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