Hoy llegará Francisco a Irak. El Papa cumple con ello un deseo que no pudo realizar Juan Pablo II en el 2000: visitar la tierra de Abraham. El patriarca, citado 180 veces en el Antiguo Testamento y 73 en el Nuevo, es «nuestro padre en la fe», no solo para los cristianos, sino también para judíos y musulmanes. Los fieles de Mahoma son un 95% de la población iraquí.
Francisco se encontrará con un país herido por diversas guerras. Le esperan los musulmanes, más cercanos a este pontificado que a ningún otro, pero sobre todo la martirizada comunidad católica que ha pasado de millón y medio de fieles a 300.000 por una persecución sangrienta que quemó sus casas y sus iglesias en zonas como Mosul y la llanura de Nínive. Para ellos es una visita consoladora.