Especie protegida

La gente está convencida de que don Rodrigo pertenece a una especie protegida

19 mayo 2017 22:02 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:28
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Por un momento creíamos que era verdad eso de que la justicia es igual para todos, aunque fuese más igual para unos que para otros. Fue cuando divulgaron con notable exceso la aparatosa detención del señor Rato, acogotado innecesariamente por uno de los guardias que le capturaron. Aquella mano en la nuca fue un brindis al público televidente, aparte de una exageración, ya que el eventual detenido no tenía la menor posibilidad de huir. Ahora el juez que lleva el escandaloso y laborioso caso ha prohibido investigar cuatro de los veintidós archivadores requisados en su domicilio, además del material incautado en Sotogrande. Al parecer, hubo un fallo formal en el acta del registro judicial, o sea que faltaba un papel, del mismo modo que sobró aquella mano más arriba del cogote.

La gente normal y sencilla, o sea, la que llamamos pueblo, que no es ni la masa, ni la turba, ni la plebe, no acaba de curarse del espanto, pero está convencida de que don Rodrigo pertenece a una especie protegida. La Oficina Nacional de Investigación del Fraude, menos conocida por ONIF, sigue investigando los delitos presuntamente cometidos por el exvicepresidente del Gobierno. Muchos papeles, aunque no estén todos y el que tenga un papel más difícil sea su asesor fiscal.

Aquel pintoresco alcalde que dijo que en España la justicia era un cachondeo podría ser tachado de irrespetuoso, pero no de embustero. «Nada me parece justo en siendo contra mi gusto», escribió Calderón de la Barca, que también sabía hacer pareados malísimos, como cualquier espontáneo que se suma a las manifestaciones. El tratamiento privilegiado es lo que más distancia a la gente de la calle de los que predicen justicia, aunque todo el mundo sepa que no es de este mundo, por más que la siga pidiendo. Los dioses han necesitado audífonos siempre. Quizá escuchen, pero no oyen.

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