Estando así las cosas

Han tenido que echar el cierre miles de locales de renta antigua al caducar los contratos

19 mayo 2017 23:48 | Actualizado a 22 mayo 2017 11:23
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El Tribunal Supremo ha fallado estos días a favor de Accor Hoteles España en su contencioso con el arrendador de uno de sus establecimientos situado en la ciudad de Valencia, dictaminando que debe reducirse la renta de alquiler que pagaba Accor en aplicación del principio de derecho ‘rebus sic stantibus’. Y me he quedado de piedra. Esta norma que tiene su origen en el derecho romano se traduce como «estando así las cosas». Es decir, si las circunstancias en que se firma un contrato se alteran sustancialmente con el paso del tiempo, se pueden modificar las cláusulas del contrato.

Es la primera sentencia del Supremo en que se aplica ese principio en el sector inmobiliario con motivo de la crisis económica, pero me imagino que habrá muchos empresarios o particulares que habiéndose pillado los dedos con acuerdos o contratos firmados poco antes de la crisis ahora se tiren de los pelos y clamen por una revisión de sus pactos. Es la colisión en la vida real y comercial entre dos principios que tienen una sólida lógica económica y que en la práctica acaban resolviéndose sin necesidad de acudir a los tribunales. Sin embargo, estos días han tenido que echar el cierre a sus negocios miles de propietarios de locales de renta antigua al caducar la vigencia de sus contratos y no producirse entre las partes el virtuoso acomodo entre propietario y arrendatario.

Y es una lástima que almacenes centenarios con sabor ‘vintage’, o los Café Central de turno, Camisería Pérez, La Casa de Muñecas o la juguetería El Caballo de Cartón, vayan a desaparecer de los centros urbanos sustituidos por anodinas franquicias de moda, telefonía, óptica o alguna de las que están en la mente de todos y que han clonado nuestras ciudades hasta la hartura.

Después de 52 años en la brecha, clausura, por ejemplo, en el centro de Bilbao, la Taberna Taurina. Durante décadas este minúsculo local en el corazón comercial de la capital era el ‘restop’ de estudiantes, empresarios, ejecutivos, picapleitos y toda la fauna urbana repartiendo calentitos sus pinchos de tortilla con divisa. Hace bastante tiempo, creo que cuando su renta todavía no era antigua, Vicente Godos me dio un enfoque de los toros que no he olvidado. «Mira, en Vista Alegre caben unos 15.000 espectadores. De ellos, 14.500 no tienen ni idea de tauromaquia. De los 500 restantes, unos 300 entienden algo.

Y solo un par de centenares entiende de verdad». Amén. Cuando se vaya de la calle Ledesma, ¿quién va a pontificar desde la acera como él? Pues eso, apliquen el ‘rebus sic stantibus’ porque estando así las cosas es mejor un mal acuerdo que un buen pleito.

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