Evitar males mayores

Elevar la tensión no conduce a nada positivo por ninguna de las partes. Es preciso buscar fórmulas, aunque sea a la desesperada, para buscar vías de una solución pactada

08 septiembre 2017 09:19 | Actualizado a 08 septiembre 2017 09:26
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Amedida que avanza la tensión por el enfrentamiento totalmente abierto, sin tapujos ni medias tintas, entre el Govern de la Generalitat y el Gobierno central, se pone en evidencia la torpeza política que ha desembocado en esta situación y que, sin ningún género de dudas tiene la principal responsabilidad en la inacción de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno no se debe creer sus propias palabras en el sentido de que está dispuesto a todo para evitar el referéndum del 1 de octubre. A los errores acumulados hasta ahora sólo faltaría añadir uno más, de mayores proporciones, que significaría el uso de la represión contra todas las personas que colaboren en la celebración de la consulta independentista. Tal posibilidad, en un país como España, plenamente integrado en la Unión Europea, es sencillamente inviable. Rajoy debe recapitular y reconocer sus errores y los de su partido, en primer lugar promoviendo actuaciones que han alimentado la catalanofobia, cerrando las puertas a todas las reivindicaciones de reforma de la financiación y de mejora de las inversiones en infraestructuras. Aquellos polvos han traído estos lodos. No obstante, el indiscutible origen de todos los males en la política dontancredista, no puede justificar la forma en la que los partidos independentistas han retorcido la legislación para alcanzar su objetivo pasando por encima de todas las normas jurídicas. Con todos los maltratos que se quiera por parte de los Gobiernos de Madrid, también son muchos los catalanes, si no la mitad una cifra cercana al reparto equitativo, que rechazan la independencia. Aunque fueran minoría hemos vivido unas horas poco edificantes en el Parlament por lo que respecta al respeto a quienes no pueden enarbolar la fuerza de la mayoría. No estamos a tiempo de evitar el enfrentamiento que ya se ha producido y se expresa cada vez con mayor tensión y virulencia, pero nuestros gobernantes vienen obligados a evitar males mayores que pueden afectar gravemente a la convivencia. Si es necesario, a través de un mediador.

 

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