Examen de conciencia para el 2021

Quien nunca se examina a sí mismo, se parece al barco fantasma de la leyenda, el cual, sin piloto y con las velas en mil girones, va de una parte a otra en brazos de la tempestad, sin dirección fija
 

25 diciembre 2020 09:50 | Actualizado a 11 febrero 2021 20:35
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Los que viajaban en alta mar en los grandes transatlánticos (hoy cruceros) oían a eso de la media noche una voz como bajada del cielo, que decía: «¡Todo marcha bien!» (hoy dan las noticias-datos por la pantalla de TV que hay en los camarotes). Era la voz de un marinero que, desde lo alto del mástil, había hecho la última inspección. Pero, para las personas que lo oían, sus palabras sonaban dulcísimas como las de un mensajero celestial.

Por su parte el capitán observaba antes de acostarse, la posición del buque, si no se había apartado un punto de su ruta, y para ello se servía de los mapas y del compás. Lo que para la nave era el capitán y el marinero; pienso hoy y ahora, para nosotros mujeres y hombres debe de ser la inteligencia y la conciencia, que deberíamos de tomar todas las noches y pensar estrechamente si no nos hemos apartado de nuestra línea recta de conducta y si «Todo marcha bien».

No os asustéis; al proponeros esto, no es mi ánimo convertiros en santurrones, que no se dan un punto de descanso en todo el día buscando y rebuscando faltas y pecadillos por todos los pliegues secretos del corazón. Pero si esto no me parece bien, tampoco encuentro muy conforme a la dignidad nuestra, que nos vayamos a la cama y nos echemos a dormir como un, perro o un conejo, sin tan siquiera dar un vistazo a nuestra conciencia.

Si jamás «aprovechamos» media hora o una hora día o semana de tranquilidad para pensar en las personas que nos rodean, y ver si las tratamos bien, con justicia y las juzgamos con equidad; si nunca pasamos revista a nuestra alma y corazón para descubrir las inclinaciones y los instintos que se despiertan en nosotros, me pregunto: ¿cómo podremos servirnos de guía y trazarnos la senda que debemos seguir? 

Quien nunca se examina a sí mismo, se parece al barco fantasma de la leyenda, el cual, sin piloto y con las velas en mil girones, va de una parte a otra en brazos de la tempestad, sin dirección fija y sin que nadie pueda saber contra qué escollo irá a estrellarse. 

¿Soy prepotente, obstinado, inflexible y superficial en el amor a mis semejantes; inmoderado en mis deseos, grosero en mis expresiones, presuntuoso en mis modales, hablo demasiado de mí, ¿soy desordenado y no tengo otra mira o mapa que la satisfacción de mis gustos? ¿Qué tanto de culpa me cabe a mí en las desgracias que sobre mí y las personas que me son queridas han caído? En estos momentos tan conflictivos, es muy necesario e importante.

Estas y otras muchas preguntas, deberíamos dirigirnos y a todas contestar francamente con resolución y energía ¿»Todo marcha bien»?

El que toma esta buena costumbre, se convertirá en guía de sí mismo, sabrá dirigirse y guiar y dirigir a los demás por los senderos verdaderos, fértiles y seguros de la vida; mientras por el contrario el que no los sigue o se aparta de ellos, estará siempre a merced de las ondas, y jamás llegará a saber quién es, ni cómo ni dónde irá a estrellarse. 

Consecuentemente, el examen de conciencia, es parte de un proceso de nuestra vida, nuestros comportamientos, nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestra mente y nuestro corazón.  Este resumen abarca todo lo bueno, que hayamos pensado, dicho, hecho y omitido con el fin de afianzar y ratificar lo bueno, persiguiéndolo y aumentándolo, con el fin de repudiar lo malo, rechazándolo y prometiéndonos no seguir realizándolo. Esencialmente consiste en si me sé aceptar como soy y como actúo. 

Apreciadas/os, amigas/os, teniendo encima (nunca mejor dicho encima y con problemas este complicado 2021) y estando inmersos en las fiestas navideñas, de Año Nuevo y Reyes, deseo intentar, con toda mi humildad, exponer la situación actual, con la simple explicación de un «crucero», hoy en espera de mejores mares de salud y de economía.

Todas, y todos, y todos y todas y a todos los niveles sociales, debemos a partir de ahora «ya» de hacer con asiduidad examen de conciencia, para demostrarnos a nosotros mismos si vamos por la ruta adecuada y si tenemos que dar o ¿no?, golpe de timón para enderezarla.

Teniendo, creo, inteligente y conciencia, empleando además el mapa y el compás de nuestro corazón y creyendo en nuestra buena navegación, ayudaremos a los demás a conseguir que la suya sea también la mejor posible.

Sin más por hoy, feliz Navidad y 2021, y escoger el rey que más os guste y atraiga, pero por favor que sea honrado. 

Permitirme felicitaros estas fiestas con las siguientes palabras pensadas y salidas de lo más profundo de mi corazón: 

«Os deseo a todos tanta salud como gotas tiene la lluvia, tanto amor como rayos tiene el sol y tanta suerte como arena tiene el desierto.

Si la vida te da mil razones para llorar en este año 2021, demuestra que tienes mil razones para soñar. Mejor que regalos bajo el árbol de Navidad, te deseo todo lo que te haga feliz y nada que te haga sufrir».

Josep Muñoz es asesor fiscal.

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